ARTÍCULO: Historia de una (casi) ausencia: deseo femenino en el heavy metal

0

Ilustración: Subhuman @subhuman_being

Os vamos a descubrir la sopa de ajo: el Metal es machista. Todo el imaginario del Metal gira en torno a una imagen sexualizada de la mujer creada por quienes mandan en la escena; los tíos. La mujer es un objeto de deseo a disposición del hombre. Nuestro deseo no importa, aquí las letras narran el deseo sexual del hombre, en el que la mujer es una mera figurante a su disposición, o una simple fantasía. En el peor de los casos, como cantan Manowar, una “esclava” que es, literalmente según la letra de ‘Pleasure Slave’ [‘Kings of Metal’, 1988], un objeto, un maniquí al que pegar y del cual violar cada uno de sus orificios. Porque, tal y como admiten, lo único que les importa es su propio placer. Mientras, por otro lado, Abigail nos llaman “puta” (el tema de la putofobia ya lo dejamos para otro día), nos dicen que les “aburrimos” y entonces deciden que mejor hacerles de sirvientas y nos piden una cerveza, un whisky y una lluvia dorada [‘Hey Slut’, de ‘Forever Street Metal Bitch’, 2003]. Seguramente para ellos también seamos, igual que para Midnight, un cuerpo desnudo, sin rostro, y siempre encadenado.

Pero no son solo las letras; es el imaginario colectivo. Son la idea del amor romántico, los vídeos de «peleémonos por esta mujer», las portadas de Eternal Champion y la del ‘Long Live the Loud’.

Así, en el mundillo metalero, el deseo de la mujer es una simple fantasía sexual del hombre. Nuestras supuestas experiencias las escriben y las cantan tíos. Nuestras vivencias salen de sus huevazos y, sobre todo, de sus miedos. Nuestro deseo, nuestras fantasías, nuestro cuerpo y cómo decidamos habitarlo no tienen importancia. Nuestros reclamos se ignoran. Nuestra voz no se escucha. Nuestra sexualidad y nuestro deseo no tienen una representación real, se reprimen y se estigmatizan. Por lo que, de esta manera, se normalizan -e incluso se integran en el imaginario metalero- representaciones dañinas, degradantes y potencialmente peligrosas. Al mismo tiempo que se perpetúan mitos sobre nosotras que son igual de peligrosos. Y no solo se perpetúan, sino que se reproducen constantemente. El Metal tiene herramientas para parar y darle una vuelta a todo esto. Y para cambiar las cosas. Pero lo que no tiene es voluntad.

Helen Cixous decía que “la mujer debe escribirse a sí misma […] ponerse a sí misma en el texto […] por su propia cadencia.” [‘La Risa de la Medusa’, 1995]. Es una necesidad. No nos queda otra. Y de esa necesidad, de ese no sentirnos parte de algo que nos encanta, de no podernos sentir identificadas, a veces incluso de sentirnos humilladas y amenazadas, que haya mujeres que le dan la vuelta a la tortilla. Que ponen su deseo en el primer plano. Que reclaman su sexualidad. Que reclaman su cuerpo. Que, con algo que parece tan simple como es exponer sus propias demandas y preferencias, hacen un acto de subversión. Desafían el status quo.

En 1967 Aretha Franklin ya pidió respeto con ‘Respect’, una canción en respuesta a la de Otis Redding. Franklin, básicamente, abrió el camino en unir política –derechos civiles- y música Pop. Solo un año después, Lesley Gore escribía ‘You don’t own me’.

Los 70 fueron el principio de la explosión para el Rock en este sentido, con tías –adolescentes en aquel entonces- como las Runaways (no olvidemos que fueron prácticamente un producto de su propio agresor sexual, Kim Fowley) cantándole a su deseo en ‘Cherry Bomb’ y a sus ganas de pelear en ‘I wanna be where the Boys are’. O bandas como Coven, donde Jinx Dawson abordaba un sexo mágico. Ritual. Y dotaba a su música de una energía clara y abiertamente erótica.

La auténtica explosión surgió en los 80. Una época, por otro lado, muy sexual y en la que se marketizaba también un retrato sexualizado, y a menudo objetificado, de la mujer. En una entrevista que hicimos con Lee Aaron en 2021, nos comentaba que “los mediados de los 80 eran una época en la que seguía siendo aceptable culturalmente objetificar por completo a la mujer. La mayoría de bandas de Rock de hombres en esos tiempos, como Mötley Crüe o Poison, eran tipos que iban por ahí con pelo largo, laca y maquillaje… Muy femenino. Pero luego siempre tenían novias trofeo guapas colgando de sus brazos o limpiando el coche  o lo que sea en sus vídeos, haciéndolos parecer más masculinos, si es que eso tiene algún sentido. Así que gran parte del programa de los sellos de entonces, si eras una mujer y eras atractiva, como yo y como tantísimas otras mujeres, consistía en venderte como una chica de póster. Pero, desafortunadamente, creo que ese tipo de marketing diluía el significado de la música y diluía el respeto por tu arte”.

Una época en la que incluso reinas como Dolly Parton hicieron temazos como ‘9 to 5’. Todo un himno antipatriarcal y anticapitalista. También fue la década de algunas Runaways en solitario, como Joan Jett [‘Fetish’, ‘Bad Reputation’] o Lita Ford [‘Kiss me Deadly’]. El Hard Rock americano estaba en auge y ahí teníamos a Lee Aaron o Vixen. Incluso fue cuando Samantha Fox se puso a hacer AOR. A menudo, muchas de estas artistas eran productos impuestos por hombres. Herramientas de marketing. Aún así, no podemos negar la importancia que ver a mujeres con espadas, rodeadas de hombres sin camiseta y preguntando “qué le vas a hacer a mi cuerpo, nene” pudo tener en otras contemporáneas, en todas aquellas mujeres que escuchaban Rock e indagaban esperando encontrar algo con lo que sentirse identificadas y en lo que verse representadas.

Desafortunadamente, el amor romántico era uno de los temas principales en aquella época tanto en el Rock como en el Heavy Metal, y esto estaba presente también en bandas con mujeres y en las típicas “power ballad” de la época. Pero, en ese sentido, veamos cómo las inglesas Rock Goddess le daban un girito a ‘Nights in White Satin’ en este directo de 1984. Cómo Jody rompe y desgarra la voz convirtiendo la canción en un grito de poder. Casi sarcástico. Lleno de furia. Cómo tres tías con mala leche, prácticamente solo con su presencia, pueden cambiar el significado de una canción y convertirla en una declaración de intenciones.

También en Inglaterra, Girlschool tiraban por la rebeldía, la independencia. Por el descaro y el macarreo. Y dejaban claro que las mujeres “no nos vendemos” en canciones como ‘Not for Sale’ [‘Demolition’, 1980]. Kate de Lombaert también nos regalaba sus dosis de furia y poder en Acid. Y, en lo que a hablar de deseo nos referimos, podríamos meter su clásico ‘Lucifera’ [‘Maniac’, 1983], con esa forma de enfocar la sexualidad de la forma más salvaje y animal, sangrienta y casi primitiva, paranormal incluso, bajo la encarnación de hija del Diablo.

Si seguimos con el Heavy Metal, creo que una figura primordial es la de Betsy Bitch y la banda de la que era frontwoman, Bitch. Cara visible de la banda, repropiándose del término “bitch” y utilizándolo para hacerlo suyo, para convertirse en Bitch y hacerse conocer bajo ese rol de dominatrix enfundada en cuero, látigo y cadenas en mano, mirada amenazante y rodeada de objetos BDSM. Reclamando así también una sexualidad no normativa. Encarnando un rol y un imaginario en el que los hombres son compañeros, incluso quizás actores secundarios o esclavos, pero nunca protagonistas. Hace ya varios años pudimos hablar con Betsy, y acerca  de toda la estética del grupo y de su personaje nos decía que “después de que se nos ocurrieran canciones como «Live for the Whip» y «Be my Slave», la imagen del grupo y el personajes de Betsy Bitch digamos que evolucionaron. Primero fue controvertido, pero a medida que fue pasando el tiempo se fue haciendo menos tabú, especialmente considerando el entorno irónico en el que lo hacíamos. La misma historia con el nombre del grupo, BITCH. Al principio fue considerado un poco picante, pero ahora es un término más que aceptado, especialmente para las mujeres dominantes.”

Otra figura primordial, a caballo entre el Punk, el Rock ‘n’ Roll y el Heavy Metal es la de Wendy O Williams. Wendy cambió el uso y el significado del cuerpo femenino en la música pesada. La carne era algo peligroso. Amenazante. Incómodo. Wendy era una amenaza. Y se la sudaba. O le gustaba. Cogía eso y lo convertía en una energía sexual premeditadamente cruda y salvaje. Prácticamente animal. También amenazante e incómoda.  Nadie estaba acostumbradx a ver a una tía en el escenario gritando “Want you baby / Right now” en tanga, sin camiseta, precinto a modo de pezoneras, tachas, una gran cresta y una motosierra en las manos.

Los 90 vinieron, en el tema que hoy nos ocupa, comandados por las Riot Grrrl y el Grunge. O grupos de un Rock más alternativo como las californianas Betty Blowtorch. Macarreo y sinvergonzonería a saquísimo. Estas tías no se andaban con miramientos. Tan solo un ejemplo (de su canción ‘Shut up & Fuck’, del ‘Are you Man Enough?’, 2001):

Baby, baby standing at the bar

You saw me wanking my bass guitar

Baby, baby get on your knees

Cause I want you to worship me

I don’t care who you are

I just want to fuck in your car

Shut up and fuck

Shut up and fuck

Some people might called me a slut

What can I say, I wanna bust a nut

I strap on my biggest dildo

It makes me hot when you’re screaming «no»

I don’t wanna know your name

I just wanna fuckin’ get laid

[…]

I don’t want conversation

I just want penis penetration

I don’t want you to be mine

I just wanna sixty-nine

[…]

Las reacciones y las respuestas siguen más presentes que nunca hoy en día. De una forma mucho más directa. Más empoderante. Porque ya nos hemos cansado. Ya se acabaron las sutilezas. Y, algo que es muy importante, estas respuestas vienen de voces cada vez más diversas. Ya se está dejando de lado el eurocentrismo. También lo hetero y lo binario. Aunque nunca lo suficiente.

En el hip hop y en el rap -así como en otros tipos de música urbana- hay un montón de mujeres que hacen música desde las tripas y desde el coño y están normalizando que su deseo se reivindique y se ponga en el centro del debate. Están dejando claro que los hombres ya no tienen el monopolio de hablar sobre estos temas. De hecho, muchas artistas de estos estilos inspiraron a Linnéa Olsson, alma y cabeza pensante de Maggot Heart, a la hora de escribir la música y, sobre todo, las letras de su último largo, ‘Mercy Machine’ [Rapid Eye Records, 2020]. Un álbum que se basa en la carne y en lo carnal. Un disco que sale del corazón, de la mente, de las tripas y de la entrepierna. Un disco en el que hay muerte y hay sexo. Y vienen hechos uno. «No creo que se pueda escuchar en la música, pero soy fan de varias grandes raperas. MULATTO, YOUNG MA, THEE STALLION son tres de mis preferidas. Es estimulante escuchar buen rap, porque el talento y la herrería de las palabras son alucinantes. Estas mujeres tampoco tienen vergüenza y son agresivas en su actitud, en su  ira y  en su sexualidad. Eso me resulta inspirador. Tampoco hay vergüenza a la hora de auto promocionarse o de estar orgullosx de ti mismx en el Rap… Supongo que es una cosa bastante americana. Viniendo de un lugar en el que la seguridad es como una palabra sucia, en general pero en particular para las mujeres, me parece algo fresco. Esta es una cultura en la que ser un “jefe” y una “zorra” es algo positivo. Me gusta eso.». Nos decía la propia Linnéa en una entrevista que hicimos con ella en 2020, con motivo del lanzamiento de ‘Mercy Machine’.

¿Recordáis lo que comentaba al principio sobre ‘Pleasure Slave’ y esas portadas de fantasía épica, de la mujer desnuda arrodillada a los pies del poderoso guerrero, rindiéndole pleitesía y servidumbre? Pues ojito con lo que hicieron hace algunos años A Sound of Thunder versionando precisamente esta canción de Manowar. Escuchad este tema (con reajustes en la letra) cantado por una mujer y hablando sobre otra mujer, con un registro desgarrado, una voz rota y llena de furia, poniendo su deseo y su poder en el centro. Nina aquí le canta a otra compañera en una relación en la que cada una tiene su rol, pero no hay violencia. No hay sadismo. No hay humillación sin consenso. Y abriendo con gemidos masculinos. Le dan la vuelta por completo y lo hacen también con la portada. Una diosa/guerrera sobre un fondo rojo y relampagueante rodeada de hombres en ropa interior arrodillados a sus pies intentando alcanzar con las manos a esta furiosa deidad que los mira desde arriba con soberbia y superioridad. Con desprecio incluso.

Desde Oakland Womanowar, el grupo de versiones de Manowar (con componentes de Psychic Hit o Vorlust entre otros), formadxs casi íntegramente por mujeres, personas queer y racializadas, también se han apropiado de la estética de los yanquis, de sus temáticas y han cambiado el contexto.

Aprovechando que he mencionado Vorlust, en este proyecto la artista multidisciplinar Marcelle, bajo el seudónimo de Cunnus, canaliza una especie de bestia primitiva. Se convierte en un recipiente de una energía ancestral que impregna su creación de una feminidad sagrada y de una sexualidad animal, salvaje y sangrienta. Pero también muy de la Tierra en el sentido más pagano. Protectora. Aquí todo gira en torno a los poderes del Útero y de la mujer, casi de forma divina. Cunnus se transforma y crece mediante la confrontación, la violencia y la lujuria, en la mayor parte de los casos también como parte de una misma energía. Marcelle tiene muy claro que el arte es un espacio para confrontar, una herramienta para forzar conversaciones. Ella misma dice que Vorlust nació de una necesidad, de un anhelo de expresar sensaciones, instintos y sentimientos que, posiblemente por una influencia externa, por un contexto social, sentía reprimidos. En una reciente entrevista que hicimos con Marcelle AKA Cunnus, al preguntarle de dónde nace el imaginario de Vorlust, decía que sale de «La Prostituta Sagrada. La Bruja. Los poderes salvajes de femineidad. Los poderes eróticos profundamente contectados con la sexualidad de cada individuo. Un reclamo del alma. Abrazar la ira y tranformarse unx mismx mediante la advocación, la lujuria, la violencia, el hambre, el deseo, la confrontación. Estos son temas que llevo algunos años explorando y, definitivamente, están presentes en VORLUST y específicamente en nuestro último lanzamiento, ‘Lick the Flesh’. Hay ahí fuera tantas bandas de Metal que basan toda su existencia en difamar a la Mujer, la Madre, la Prostituta, la Bruja… Quiero decir, ¿en cuántas portadas de disco caéis que muestran un cuerpo de mujer mutilado, espatarrado, como si hubiera sido violada y torturada antes de asesinada? Así que sí, todavía hay muchísimo miedo acerca de los poderes de las mujeres. Y con VORLUST cojo todos los temas que he mencionado y los personifico y me planto delante de ti y te desafío a mirar, porque no voy a ceder.»

Marcelle también formó parte del ya desaparecido grupo Bonestripper. Una banda formada únicamente por mujeres que autodenominaban su estilo como «Pussycrust whorecore» y que lanzaron en 2018 su única demo, ‘Whores of the Ass Age’. Libertad, sexo y humor directamente a tu cara.

Si la sexualidad que encontramos en Vorlust nace de un lugar más ancestral o sagrado, por el mismo derrotero van Heavy Temple en su más reciente ‘Lupi Amoris’ [Magnetic Eye Records, 2021]. Un álbum basado en ‘En compañía de lobos’, de Angela Carter. Un disco que, al igual que la historia, gira en torno a la sexualidad femenina, los instintos y la atracción. Destruyendo los sentidos de culpa de una cultura que no permite a la mujer tener sus relaciones libremente ni acceder a sus deseos más profundos.

Empezaba estos últimos párrafos refiriéndome al comienzo de este artículo. Y lo vuelvo a hacer. ¿Habéis leído lo que comentaba sobre Midnight? Bueno, pues lo diametralmente opuesto sería Savage Master. Heavy Metal con unas letras cargadas de lujuria bajo el comando vocal e interpretativo -o escénico- de Stacey Savage. Otra diva furiosa enfundada en cuero, con cráneos y afilados cuchillos a modo de attrezzo, que hace lo que le da la gana, que lleva a sus compañeros de banda sin rostro, siempre con la cabeza cubierta por un pasamontañas, encadenados, arrastrándolos tras de sí. Porque aquí ella es la que manda. La que toma las riendas.

Como antes comentaba, por suerte cada vez hay más diversidad de voces reclamando tanto su espacio como su sexualidad, y también más voces y más identidades se ven representadas en distintas expresiones artísticas. Ese es el caso del dúo gallego Bala que, en su más reciente ‘Maleza’ [Century Media, 2021] incluyeron ‘X’, un canto a la libertad sexual y a la diversidad. Pudimos hablar ese mismo año -2021- con Violeta y Anxela y esto fue lo que nos contaron sobre esta canción y su vídeo: “’X’ es una oda a las relaciones de cama, a esos momentos en los que te sientes invencible y súper vulnerable a la vez, en los que te sientes muy fuerte y a la vez muy débil, cuando las endorfinas enloquecen y sientes mariposas, aunque sean sólo fruto del placer carnal… Teníamos claro que queríamos darle un enfoque de diversidad, no limitarlo a las relaciones cis-hetero, porque eso ya está más que visto y súper trillado. Queríamos mostrar las distintas variantes del amor y del sexo para que todo el mundo se pudiese sentir identificado, y huir un poco de los estereotipos chico/chica que tan trillados están. Al final no importa qué seas ni cómo disfrutes, mientras lo hagas desde el respeto y la responsabilidad afectiva.”

Por otro lado, Ritual Moon –trío estadounidense formado únicamente por mujeres- tienen temas como ‘LMYSYC’, de su debut ‘Ritual Moon I’ [Autoeditado, 2021]. Una canción que habla sobre cómo comer pollas. Así de simple. Hace unos años pudimos entrevistarlas y esto fue lo que nos comentaron: “Nos tomamos la libertad de escribir sobre lo que queremos y cómo queremos. Tenéis por ejemplo “LMSYC”. Esa canción habla sobre comerse una polla, pero al final se la arranca con los dientes. Es divertido poder escribir mierda como esa y, aunque es un tema macabro, también es divertido que sea sexual. A las mujeres se nos ve como objetos sexuales. Como seres inferiores, etc. Pero en realidad sabemos lo que valemos y podemos hacer lo que queramos. La música para nosotras es otro canal para pintarnos a nosotras mismas como nos dé la gana. Y mientras tocamos para un público, es nuestro momento de sentirnos seguras y divertirnos con lo que hacemos.”

Como decía, necesitamos aún más diversidad. Pero, por suerte, tenemos bandas como Sonja, el nuevo proyecto de Melissa Moore (ya sabéis, la echaron de Absu cuando hizo público que es una mujer trans). Un proyecto que lo petó muchísimo el pasado 2022 con su álbum debut con esa mezcla de Hard Rock, Heavy Metal y Goth Rock, todo muy de los 80. Melissa es la cara visible de la banda, y con una voz que resuena como un eco fantasmal a lo largo de estas canciones pegadizas y oscuras, nos habla de la noche y sus criaturas, de la ciudad, de decadencia, de lujuria, pasión, de trabajo sexual y de poder. Hicieron un único videoclip para este disco, del tema ‘Nylon Nights’, el cual Melissa describió como “femme queer as fuck”. Hace tan solo unos meses pudimos charlar con ella y nos contó más sobre el vídeo: “Todo empezó conmigo hablando con el director (que es genial, ha hecho un trabajo fantástico), y es un hombre CIS, así que fue como “Ok, a ver cómo combinamos tu genialidad con este concepto que tengo”.  Es que no es algo que pueda consultar con alguien más; tiene que salir de mí. Nadie está cualificadx para intercambiar ideas sobre el concepto. Tuve mucha cautela intentando representar el tema de la manera correcta, no quería… No sé. Solo quería representar algo de la forma más pura. El vídeo está basado en la letra que escribí para ‘Nylon Nights’, así que hicimos un vídeo basado en la canción y en esas experiencias artísticas. Es la banda pasando el rato. Estábamos rollo “mostremos simplemente la energía de la que nos gusta rodearnos y el mundo que la envuelve”. Algo de ese tipo.”

Cuanta más diversidad de voces, más desestabilizaremos y haremos que se tambaleen los cimientos de una escena musical dominada por –y dirigida a y centrada en- los hombres.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Highslide for Wordpress Plugin