Desde Australia “Reaper” nos presenta su primer trabajo largo después de sacar una demo de título homónimo en 2017. Y, ¿qué nos encontramos por aquí? Pues un álbum de diez temas del lado más extremo del Metal en todas sus variares Black/Death/Thrash que apenas pasan los tres minutos en la mayoría de canciones, que abrimos con “Shadow of the Crucifix”. Con un sonido de campanas nos introduce en una oscuridad con riffs muy crudos, del lado Doom más terrorífico, los cuales dan paso a una serie de sonidos orientados al Speed en velocidad y al Death en lo gutural. La envoltura es densa y caótica, con un aire BATHORY/CELTIC FROST que lo hace más ambiental.

Del miso palo es “Mass Grave”, pero más caótica. Al estilo VOIVOD. Incluso con algún pasaje cósmico-Death con riffs muy extraños y duros, y donde incluso la voz baja el tono en un plan más narrativo. Le sigue “Satanic Panic”. Un Doom pesado escuela BATHORY, más constante y primitivo, con una voz gutural que amenaza y vomita oscuridad. También tenemos alguna pausa con arranque speedico lleno de violencia y agresividad. Lo mismo sucede en “The Reaper”, pero con unos solos más limpios y más audibles ya que, al ser pistas tan cortas, es un trabajo directo, sin apenas solos llamativos. Otros cortes, como “Decay” o “Taste the Blood”, son más Speed/Black con una voz gutural y putrefacta. Unas subidas y bajadas de ritmo endemoniadas en una canción constante y cabezona, con pasajes más lentos y ambientales. Y la cual también tiene el solo más instrumentalizado y limpio. También podríamos meter “Sentinels of Heresy” en este saco, aunque esta es más directa y afilada. Más constante. Y sin solos, pero con unos buenos y oscuros cambios de ritmo que provocan esa atmósfera tan clásica del género. “Nothing Left to Waste” y “Infernal Torment” tienen un sonido Rock n’ Roll sucio, a lo VENOM. Es decir, un Black primitivo con un Rock n Roll a lo MOTÖRHEAD y la voz putrefacta a lo SODOM. Unos temas sucios. Descarnados. Agresivos. Unas canciones muy directas. Solo en “Infernal Torment” hay algún cambio, como un pasaje más Doom y ambiental. Y acabamos con “Drop of the Blade”, muy a lo CELTIC FROST, con el “UGH!” incluido. Speed asesino. Con cambios bruscos del Death al Thrash. La voz es más versátil, alternando momentos crudos con otros más amenazantes o narrativos.

En conclusión, un buen disco, donde lo mejor es la intensidad y el minutaje. Un álbum que pasa rápido y sabe llevarte al terreno old school más oscuro.

Dying Victims Productions (2022)

Puntuación: 7/10

Paco Gómez

paco@queensofsteel.com

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