CRÍTICA: BERGFRIED – Romantik I & II

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Si os gustó la reciente entrevista que le hice a Francis Tobolsky de Wucan, seguro que os encantará los EPs de los que os hablaré a continuación. Bergfried es un proyecto austríaco de claro revival setentero, con un sonido parecido a los alemanes Grendel’s Sÿster: heavy épico con claros elementos folk. Sin embargo, el dueto formado por el multiinstrumentista Erech Leleth y la dulce voz de Anna de Savoy (sobrenombre que hace referencia a la histórica emperatriz bizantina) deciden incorporar todavía más matices a su propuesta, ya que podemos encontrar elementos de synth pop o AOR. Después de estrenarse con la primera parte de Romantik el año pasado, recientemente publicaron su continuación en Romantik II, si bien en este artículo desengranaremos ambos discos.

Iniciamos esta épica travesía en Romantik I, con el pegadizo sintetizador de Hungry Hearts, al cuál se le une la percusión para acelerar el tempo. La guitarra se une poco antes del desatado solo de teclado. La voz del heraldo nos cuenta la historia de dos corazones que se ven inmersos en una sangrienta batalla. De nuevo con ese sintetizador de claro matiz medieval fiestero se introduce The Battle. Hacia la mitad de la canción, la batería y la guitarra parecen imitar el cabalgar de los caballos en medio de la contienda. Mención especial al apartado lírico, con joyas como “Is there nothing we can do to free ourselves from pain, without giving up our pride?”.

War​-​Torn Lovers es seguramente el momento más emotivo de este primer elepé, donde la melódica voz de Anna resuena aquí desgarradora. Claro protagonismo como siempre del adictivo teclado. Llegados al ecuador de esta composición, el ritmo decae drásticamente y se torna sombrío, como si se describieran los desastres bélicos. Finaliza el EP con la acústica Oh Lord, donde la protagonista parece haber perdido toda esperanza en la misericordia divina.

De acuerdo con la formación, después de que en Romantik I nuestros amantes se vieran separados por los designios de la guerra, la heroína descubre que su amor se encuentra prisionero, por lo que decide hacer un pacto con el diablo para conseguir su liberación. Sin embargo, pretende traicionar al señor del inframundo con la ayuda celestial, pero nada termina pasando como hubiera planeado.

Empiezan el segundo capítulo con The Ordeal y el omnipresente teclado, al cual se le une poco después una hard rockera guitarra y la batería. La oscuridad vuelve a hacerse patente cuando entra en escena Sarah Kitteringham de la banda de doom épico Smoulder, quien encarna la voz del mismísimo diablo. Le propone a la protagonista que reúna un ejército contra los dominios celestiales, a cambio de liberar a su amado. Seguimos con el sencillo promocional de este elepé, la hechizante May the Devil Pull me Under. Toda una declaración de intenciones ese coro, donde la protagonista afirma que recuperará su amado, aunque el cielo se rompa en mil pedazos y el diablo arrastre su espíritu en los confines del Hades. Me encanta ese cambio de ritmo hacia el final, donde el teclado es respaldado por la guitarra y la percusión, para acentuar el dramatismo.

El onírico teclado da paso a The Highest Divine, caracterizada también por el magnético riff de guitarra y el magistral solo en las seis cuerdas. Tras escuchar a la percusión como si fueran tambores tocados por arcángeles, nuestra heroína reúne al ejército divino, para presentarse delante de Dios a las puertas del cielo. En la teatral No One Saves You el diablo desvela a Dios la traición de nuestra protagonista, como si solo se tratase de un acto de lujuria y egoísmo. El papel de la divinidad es ejercido por otra colaboración, la de la vocalista Katja Macabre. Seguramente la mejor joya de este discazo. Dios piensa que es desproporcionado el hecho de convocar una colosal guerra solo por amor, por lo que no otorga su bendición y sella el destino de su alma.

To Hell With Deliverance representa la eterna condena para nuestra heroína, donde la desesperada lírica otorga un poder especial a esta canción. Progresivamente aumenta la intensidad, conforme Anna se da cuenta de las consecuencias de sus decisiones. Ese solo de guitarra con el cual concluye el tema es una delicia, obra de Cesar Ambrosini, otro artista invitado. Nuevamente deciden concluir la segunda parte de manera acústica, en una composición de influencia indie y del synth pop, como es Crossroads Of My Soul. El alma de la joven parece destinada irremediablemente al vacío existencial, sin redención posible.

Si bien la segunda parte suena algo más cohesionada, el conjunto de las dos obras es sencillamente brillante. La música comprendida en Romantik nos cuenta historias de caballerías, que recuerdan con nostalgia a los poemas épicos de Gilgamesh, Beowulf o el Cantar de los Nibelungos, que tan bien fueron homenajeados en la península por obras como Tirant lo Blanch o Curial e Güelfa. Si os interesa la temática, aprovecho estas líneas para recomendaros un clásico como Si todo hiciera Crack (1979), de los asturianos Crack, cuyo rock sinfónico hace tributo al Cantar de mio Cid en una de sus composiciones.

Fiadh Productions (2023)

Puntuación: 9/10

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