CRÍTICA: CRYPT SERMON – The Stygian Rose
A pesar de que, en mis inicios en el metal, en particular escuchaba thrash, con el tiempo le he pillado un cariño especial al Doom metal épico. Esta solemne vertiente del género parido por Black Sabbath fue patentada por los suecos Candlemass, en su glorioso debut Epicus Doomicus Metallicus (1986). Junto a los norteamericanos Solitude Aeturnus (y, en menor medida, también sus paisanos Sorcerer), su sonido influenció a un sinfín de bandas de enorme calibre: Scald, Wheel, Lord Vigo, Doomsword, Fer de Lance, Doomocracy, Capilla Ardiente, Procession, Smoulder, Ecclesia, Below o Lethean, entre muchas otras.
Los estadounidenses Crypt Sermon ya se pueden considerar un clásico moderno de este subgénero. Formados en 2013 por el vocalista y bajista Brooks Wilson (quién también se encarga de sus maravillosas portadas), junto al guitarrista Steve Jansson y el batería Enrique Sagarnaga, debutaron dos años más tarde con el prometedor Out of the Garden. Completan la agrupación actual el guitarrista rítmico Frank Chin, el bajista Matt Knox y el teclista Tanner Anderson. Cuatro años más tarde lanzaron una obra maestra que ha quedado grabada en mi memoria: el majestuoso The Ruins of Fading Light. Hemos tenido que esperar un lustro para que publiquen, el próximo 14 de junio, este esperadísimo The Stygian Rose. ¡Veremos si ha sido capaz de cumplir con tan elevadas expectativas!
Como si tuviera un mensaje oculto reproducido hacia atrás, roto pronto por la atronadora percusión, inicia Glimmers in the Underworld: el segundo de los sencillos promocionales. De primeras ya disfrutamos del habitual trabajo elegante en las guitarras de Steve y Frank. En una composición frenética, me parece muy bien encontrada esa progresión hacia el segundo minuto de duración, así como el tranquilo cambio de ritmo hacia el final. Más calmada se presenta el medio tiempo doom de Thunder (Perfect Mind). Apetecen esas ciertas influencias orientales en las seis cuerdas y el teclado de Tanner. El bajo de Matt se entrelaza con el teclado en perfecta armonía. La voz de Brooks puede sonar tanto sugerente para nuestros oídos, como contundente con excelentes resultados.
Nos sumergimos hacia las oscuras profundidades de Down in the Hollow, que inicia enigmática, con la batería aumentando paulatinamente sus revoluciones. El riff principal de guitarra es tan hechizante como ese cambio de cadencia hacia el cuarto minuto de duración, instantes antes de otra exhibición guitarrera. Prosiguen con el primer adelanto del elepé: Heavy is the Crown of Bone. Medio tiempo de puro epicismo doom, reforzado por el uso del sintetizador y las seis cuerdas con tintes neoclásicos.
Nuevamente el teclado otorga una atmosfera irreal con la cual iniciar Scrying Orb: como si estuvieran consultando páginas de algún grimorio prohibido como el Necronomicón de Lovecraft, para encontrar este pagano orbe. Parece un homenaje indirecto a la Crystal Ball de los ya mencionados Candlemass. Esta especie de power ballad es sencillamente preciosa, a destacar por el trabajado protagonismo en el bajo de Matt. Llegamos al punto final de esta excelsa oda al doom con la homónima The Stygian Rose, que se presenta con un delicado piano. Nos encontramos delante de la composición más extensa de la grabación, superando los once minutos en extensión, por lo que podéis esperar diferentes pasajes musicales que harán las delicias de nuestros oídos.
Solo el tiempo y las diferentes repeticiones, para escuchar nuevos matices, podrán discernir si han logrado superar su anterior disco. Lo que es evidente es que mantienen intacta esa majestuosidad tan representativa de su sonido. ¡Ocupará seguro un puesto de privilegio, dentro de los mejores lanzamientos del año!
Dark Descent Records (2024)
Puntuación: 9/10.