CRÍTICA: BLOOD CEREMONY – The Old Ways Remain

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Desde siempre me ha apasionado el ocultismo dentro del rock/metal. Desde el coqueteo con la temática de una de mis bandas favoritas, Blue Öyster Cult, pasando por pioneros indiscutibles como Coven, Black Widow o Jacula, además de la escena italiana de Black Hole o Mortuary Drape (Death SS son más de terror clásico), sin olvidarnos de clásicos modernos como The Devil’s Blood, Jess and the Ancient Ones, Jex Thoth o nuestros protagonistas de hoy. Los canadienses Blood Ceremony llevan desde 2006 demostrando ser toda una institución en las artes oscuras. Dos años más tarde publicaron su debut homónimo, si bien en mi opinión fue Lords of Misrule (2016) la obra maestra que consolidó su propuesta musical. Han pasado siete largos años, desde que pudiéramos disfrutar de una nueva grabación de la banda liderada por la carismática Alia O’Brien, quien se encarga del apartado vocal, además de la flauta, el órgano y todo tipo de teclados, junto al guitarrista Sean Kennedy, el baterista Michael Carrillo y el bajista Lucas Gadke. Este majestuoso The Old Ways Remain, que deja atrás los elementos de doom hacia un sonido algo más accesible, representa su mejor lanzamiento hasta la fecha. ¡Acompañadme en esta travesía pagana!

Con un pegadizo riff guitarrero inicia The Hellfire Club. Bien avanzada la canción tiene lugar un cambio de ritmo drástico, para lucimiento de la flauta de Alia, que desemboca en el solo de guitarra a las seis cuerdas. Tras la introductoria percusión de Michael, Ipsissimus recupera la lisérgica flauta, en esta ocasión con una cadencia más taimada, además de un coro donde predomina el teclado. Toma nombre del maestro supremo de la existencia, libre de necesidades y en perfecto equilibrio con el universo, que encarna el grado más elevado de la sociedad esotérica A∴A∴ (Astrum Argentum), que fue fundada por el enigmático Aleister Crowley en 1907.


Le sigue una de las composiciones más extensas de la grabación, la vacilona Eugenie. Presenta un interludio musical propio de una jam session, donde el sintetizador comparte protagonismo con el saxo invitado de Joseph Shabason. Orgasmo auditivo con aromas setenteras. Animada y con claras influencias del dream pop se nos presenta Lolly Willows. De nuevo exhibición de O’Brien en su hechizante voz y la flauta. Prosiguen con el pop psicodélico en Powers of Darkness, con un estribillo que se mete en nuestro subconsciente. La batería decide cambiar el ritmo hacia la mitad de la canción, cuando adquiere mayor protagonismo lisérgico, bien acompañada del solo de guitarra de Sean.

Llega la hora para la que quizás sea, en mi opinión, la mejor obra de este redondo elepé: The Bonfires at Belloc Coombe. Gracias en buena medida al violín de otra música invitada, Laura Bates, que contribuye al aquelarre. Interesante esa variación bien empezado el tema, donde parece calmarse todo momentáneamente para la flauta, hasta que se le unen el resto de instrumentos desatados. La percusión de Carrillo introduce la más cercana al doom Widdershins, donde recobran protagonismo la guitarra y el bajo de Gadke. La diosa de la muerte griega entra en escena en Hecate, con una atmosfera realmente onírica. Los omnipresentes sintetizadores manejan a su antojo la canción.

Esos mismos teclados inician Mossy Wood, con unas deliciosas líneas en las cuatro cuerdas de Lucas. Nos embriaga una cierta nostalgia pastoral, gracias a la nueva aparición del violín de Laura. Conforme avanza la temática se va tornando más oscura, por lo que es inevitable pensar en un clásico del folk progresivo como Comus y sus violentas letras.


Deciden poner punto final con Song of the Morrow, que resulta la composición más extensa. Empieza relajada con la guitarra acústica de Kennedy y las congas de Carrillo. La telaraña lisérgica nos atrapa hacia la mitad, con la voz distorsionada y el teclado, hasta que vuelve el chorus. Curiosa elección el finalizar con una de las canciones más pesadas, que nos deja en forma de eco, como si la música quisiera permanecer en el tiempo, cual arcano mantra.


Nos encontramos frente a no solo la mejor grabación de Blood Ceremony, sino uno de los mejores discos de psicodelia ocultista de la última década. Su propuesta musical nos mantiene cautivados en todo momento, con canciones que parecen de otra dimensión.


Rise Above Records (2023)
Puntuación: 9/10

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