CRÍTICA: SADUS – The Shadow Inside
17 años después del lanzamiento de su anterior álbum de estudio, Sadus ha vuelto a la carga con un nuevo disco. Se trata de “The Shadow Inside”, sucesor de “Out for Blood” (2006) y, en varios aspectos, superior. Actualmente, la banda es un dúo conformado por los incansables Jon Allen (batería) y Darren Travis (guitarra y voz), ambos miembros fundadores del grupo. Al parecer, su histórico bajista Steve DiGiorgio tenía intenciones de ser parte de la grabación, pero su cargadísima agenda hizo que la empresa se tornara imposible (actualmente es miembro estable de Testament, además de formar parte de muchas otras bandas y proyectos). Es por esta razón por la cual el bajo fue grabado por el mismo Travis, perdiendo este instrumento protagonismo y presencia en la mezcla.
De todas maneras, este retorno representa, a nivel ediciones discográficas, uno de los puntos más altos de este 2023. Estamos hablando de una banda que sacó clásicos del género como “Swallowed in Black” (1990) y “A Vision of Misery” (1992), enrolados en su original sonido thrash metal técnico y death/thrash, discos grabados a fuego en el imaginario metálico global. Más allá de estos rutilantes pergaminos, el nombre de Sadus permaneció olvidado, o al menos en un limbo reservado para aquellos pocos que han conseguido trascender en la escena sin llegar a tener un status de banda grande o convocante. Tal es así que, tras su separación en 2015, la banda volvió a reunirse en 2017 y casi inmediatamente a trabajar en este nuevo álbum, permaneciendo fuera del radar mediático la mayoría de ese tiempo.
Con “The Shadow Inside”, Sadus logra estar a la altura de su propia leyenda, y a la vez abre una nueva etapa en la historia del grupo. A continuación, al repasar el tracklist, encontraremos los motivos de tal afirmación.
La descarga sonora comienza con First Blood, título que indefectiblemente nos remite a la primera entrega de la saga cinematográfica de Rambo. Tras una intro climática, se despachan con un potente y contundente thrash metal sin concesiones. Si bien conservan todos los elementos técnicos que otrora supieron darles renombre, aquí retoman algo del sonido directo, crudo y agresivo de sus inicios, palpables en su álbum debut “Illusions/Chemical Exposure” (1988); vocalizaciones aguerridas y guitarras encendidas por parte de Darren Travis y la batería implacable de Jon Allen nos ponen en situación. Sadus ha vuelto.
Prosigue Scorched and Burnt a puro machaque. Sin prisa pero sin pausa, este tema nos engancha de movida; por algo fue elegido como uno de los cortes de difusión. Riffs enérgicos y avasallantes, con algunos pasajes groove, vocalizaciones deathrash y la sensación de vuelta a los orígenes más viva que nunca.
Por su parte, en It’s the Sickness se conjugan más machaques, alaridos, aporreos precisos de batería, gruñidos, riffs filosos y un aura maldita, para darle forma a una canción opresiva, que pareciera haber sido traída directamente desde la década del ’80. Al escuchar los solos, el riff y la sección rítmica que aparecen a la mitad del tema, nos damos cuenta de que aquí Sadus cumple a rajatabla un mandamiento no escrito de la vieja escuela: es lo de siempre, pero mejor grabado, mejor tocado y con la calidad de sonido del siglo XXI.
En cuarto lugar, nos topamos con Ride the Knife; ufff, acá percibimos otra vez que Sadus está a otro nivel. Si escuchamos atentamente, notamos el abismo que separa al dúo californiano de la mayoría de las camadas thrashers actuales, con su sonido trabajado y lleno de recursos, cambios de ritmo, sumando elementos varios que incorporan con personalidad y sin apartarse de su propio libreto. Aquí sacan a relucir un poco más su costado death metal, un terreno en el que también demuestran ser por demás de competentes. Darren Travis se luce una vez más con sus ponzoñosas vocalizaciones y los arreglos de su guitarra.
Anarchy cierra el lado A del disco; es un tema corto, directo, con elementos punk y hardcore que el oyente sabrá identificar. Ojo, el estilo sigue siendo 100% Sadus, deathrasher hasta el hueso.
The Devil in Me da inicio al lado B. El tema comienza con majestuosidad heavy, siendo una especie de medio tiempo al estilo de Sadus. Una pieza intensa que se va cocinando a fuego lento, en la cual se destacan los arreglos técnicos, el gran despliegue de recursos de Allen en la batería y una peculiar dinámica que lo convierte en un tema diferente dentro de la placa, con la incorporación de riffs trabados y algunos efectos aquí y allá.
En su inicio, Pain remite ligeramente a Megadeth, para luego dar paso a un death-thrash old school de ritmo marcial que genera adicción y nos hace mover la cabeza durante los minutos que restan del track. Al momento del solo y los arreglos, Travis aborda otras sonoridades con su guitarra que le sientan muy bien al material.
No Peace es otro corte que se acerca más al death metal, con la esencia de la vieja escuela pero manifestada en tiempo presente: Sadus en ningún momento suena anticuado o fuera de época, todo lo contrario. Este tema cuenta con algunos de los mejores pasajes de guitarra del disco, con un Travis inspiradísimo y la batería de Allen demoledora, impecable e implacable. Una composición compleja y directa a la vez, como sólo estos muchachos de Antioch, California pueden hacerla.
Llegando al final del recorrido, aparece New Begginings en forma de calmo pasaje instrumental; con poco más de dos minutos de duración, sirve como introducción a la pista que da título al álbum.
The Shadow Inside cierra la placa con suficiencia y autoridad, arrancando con lentitud y oscuridad, con un aura casi doom. Llegando al minuto y medio de duración, la canción levanta vuelo con un ritmo poderoso y sofocante: bases letales e incandescentes, vocalizaciones llenas de vigor y una voluntad de ir hacia adelante sin necesidad de avanzar sobre terrenos veloces; intensos y pesados como un tractor que marcha en bajada por una pendiente empinada y lucha por no salirse del camino. Los solos, los arreglos, todo está en su justo lugar para ofrecernos un final que logra dejarnos con ganas de más.
Volvió Sadus. Los extrañábamos y no lo sabíamos.
Nuclear Blast Records (2023)
Puntuación: 8/10