CRÍTICA: METAL CHURCH – Congregation of Annihilation

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No era fácil el panorama que se le presentaba a Metal Church para este disco, su decimotercer álbum de estudio. Tras la triste pérdida de su cantante Mike Howe en julio de 2021, la apuesta por un nuevo vocalista y un regreso a los lejanos pero siempre vigentes orígenes parecía una movida arriesgada, pero lo cierto es que también lo hubiese sido ponerse a experimentar sin ningún tipo de asidero o anclaje. Finalmente, al escuchar el resultado obtenido en “Congregation of Annihilation”, podemos afirmar que la decisión resultó ser una jugada maestra. Los comandados por Kurdt Vanderhoof sacaron un discazo, fresco, muy potente, lleno de metalicidad y que reclama su lugar por mérito propio entre los lanzamientos más destacados del año. De hecho, para graficar el buen momento que la banda está atravesando, podemos mencionar que en los más recientes charts de Billboard “Congregation of Annihilation” se ubica en el puesto número 24 en la categoría “Ventas”, en el puesto 4 en “Álbumes de Rock Actuales”, en el puesto 2 en “Álbumes de Música Pesada Actuales” y en el puesto 5 en “Álbumes Editados por Sellos Independientes” (el material fue publicado por Rat Pak Records en los Estados Unidos). Estadística nada despreciable, por cierto.

Podemos decir que “Congregation of Annihilation” es un disco directo, con canciones gancheras, que tienden a pegarse en la mente del oyente después de un par de oídas. La fórmula Metal Church sigue funcionando a la perfección.

La placa comienza con Another Judgement Day; escuchamos aquí al Metal Church clásico, heavy metal con bases bien marcadas, desplegándose en una fina línea entre el power y el thrash, con un halo de oscuridad que lo atraviesa. Se siente como si el tiempo desde que salió “The Dark” no hubiese transcurrido.

Sigue el tema-título, Congregation of Annihilation, una potente canción marca 100% Metal Church. Ya es tiempo de darle la mención que le corresponde al nuevo vocalista Marc Lopes: el tipo llegó hace un año para calzarse las botas que dejó vacantes Mike Howe tras su trágico deceso, y lo hace con soltura, pero habiendo embebido por completo el tono y la impronta del gran David Wayne. Lopes, también frontman de Ross the Boss, Let Us Prey y ex Meliah Rage, entre otros, cumple con creces y trata de aportar su propio sello distintivo, ya que no suena como una imitación ni mucho menos. Su desempeño es un soplo de aire fresco para la banda, cuyas composiciones parecen adaptarse a su filosa y poderosa voz.

Pick a God and Prey arremete con algunos riffs entrecortados, melodías guitarreras, cambios de ritmo, vocalización aguerrida y coros poderosos. La recuperación de la antigua mística del grupo es un hecho.

El lado A finaliza con Children of the Lie; una vez más aquí se mueven con soltura en su propio universo, a puro machaque y agresividad, diluyendo los límites entre el power americano y el thrash. Un tema que posee una atmósfera de dramatismo que se palpa tanto en las voces como en los solos y arreglos de guitarra. El pasaje instrumental final de la canción, a medio tiempo, nos transporta directamente a la década del ’80.

Me the Nothing es un medio tiempo/semi-balada que arranca con melodías que evocan angustia, oscuridad, soledad… Este comienzo del lado B viene a confirmar todo lo expuesto en la primera parte del álbum: la nueva etapa de Metal Church se construye sobre los cimientos de los discos “Metal Church” (1984) y “The Dark” (1986); pero no como un ejercicio de nostalgia, sino como un paso necesario hacia el futuro.

Making Monsters tiene un comienzo que va desde una batería con aires pop a un potente machaque thrasher en cuestión de segundos. Los elementos se van sumando hasta llegar a un estribillo que explota a puro poder.

En Say a Prayer with 7 Bullets, sorprenden con una pieza más hard rockera, sin perder en ningún momento el poderío y la agresividad que caracterizan al quinteto. Un acierto más de estos inclaudicables defensores de la fe.

These Violent Thrills es un tema riffero, enérgico, con solos de guitarra de alto nivel. Y si de nivel hablamos, a riesgo de caer en la redundancia, hay que destacar el nivel parejo que tiene el álbum en sí, ya que en ningún momento aburre y no contiene canciones “de relleno”. La versión regular del disco dura poco más de 40 minutos y esto juega a favor de la obra, manteniendo al oyente siempre atento.

All That We Destroy cierra la placa con marcada agresividad y poderío. Es el final de un manifiesto, el último ítem en un manual de estilo, el remate de un álbum que ya se promocionaba como icónico y que parece decirnos en la cara “esto es Metal Church, de esto se trata, así lo hacemos, como no lo hace nadie”.

Metal Church es una de las escuelas de heavy metal más importantes de los años ‘80s. Han marcado un rumbo que no muchos han seguido. Y lo han hecho con calidad y convicción. Los parroquianos de acero pueden estar tranquilos, la Iglesia del Metal no defraudará a sus feligreses.

Rat Pak Records / Reaper Entertainment (2023)

Puntuación: 9/10

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