CRÓNICA: Avalanch, el remolino de recuerdos

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Pocxs serán lxs que no crecieron o maduraron escuchando a Avalanch en sus loros con los primeros CDs que sacaron. Y es que la banda asturiana fundada por Alberto Rionda fue formada en el 2016 y fueron uno de los grupos pioneros dentro del heavy metal nacional en sacar canciones con temática mitológica, casi a la par que Tierra Santa, aunque con el paso del tiempo y el cambio de los miembros de la banda, esta también fue evolucionando y cambiando de estilo y temática.

El sábado 22 de abril, nos citaban en la sala Razzmatazz 2 con los ejeanos Tako abriendo la noche.

Como fan de Tako, tenía especial cariño por este concierto, por poderlos ver de nuevo tras la pandemia. Pero mi ilusión se vio truncada por el exceso de humo y la escasa y nefasta iluminación que nos brindaron, no sé si culpa de lxs técnicxs, de la sala, o de una mala decisión de la banda, por lo que el ver el concierto se convirtió en oír el concierto.

Rompieron el hielo y dieron el inicio a la tarde-noche con su tema Todos contra Todos, empalmándolo al acabar con Ya estamos todos. Dos grandes clásicos de sus álbumes del 1993 y 1988, respectivamente.

Pese a no ser una banda demasiado conocida fuera de su comunidad, Tako lleva tras de si un maravilloso sequito de fieles seguidorxs que no faltaron a la cita de este sábado noche. Hablamos de una banda con ya casi 40 años de historia, pues se fundaron en 1984 y mantiene a su cantante Mariano y a su teclista y showman Nacho.

Un recorrido por toda su discografía nos hizo viajar de año en año y cantar nuestros temas favoritos como Ayer, Hoy, Por Siempre, Poeta Nocturno o a las Puertas del Deseo.

Nos hicieron cantar a pleno pulmón con No Puedo Respirar, y saltar como locxs con El Viejo Resina, esperando lxs que ya conocemos a la banda el momento tras el «puente» de la canción en que ansiamos que Nacho se tire sobre su público. Pese a que la sala no llegaría a las doscientas personas y estaban bastante repartidas por todo el espacio, lxs fieles seguidorxs y un puñado más se arremolinaron frente a él para poder cogerlo y al menos no dejar que cayera al suelo. Sin duda, en tierras aragonesas Nacho se pasa todo el resto del tema surfeando sobre su público hasta que lo dejan volver al escenario.

Se acercaba el momento de finalizar el concierto y se dejaron algún tema en el tintero para poder acabar con otro de sus grandes temas, Carpintero de Condenas.

Aunque el repertorio escogido estuvo lleno de los clásicos mas clásicos de la banda, su público no defraudó y me juego lo que sea que hicieron nuevxs adeptxs que de ahí en adelante se acordarán de los maños, y quién sabe si volverán a repetir. Yo seguro, ¡sí!

Tocaban casi las 9 en el reloj cuando se pusieron rápidamente a vaciar el escenario y dejarlo todo listo para Avalanch.

Un Mike Terrana totalmente en forma ,aunque haciendo ver que aquellos aplausos y vítores no iban con él, se sentó a la batería y se dispuso a dar la señal para que El Oráculo diera inicio a la noche.

La banda dejó claro que pese a su parón entre el 2012 y el 2016, han mantenido y vuelto a captar muchísimxs fans, pues la sala algo ya más llena como a tres cuartos de capacidad, se convirtió en un mar de voces cantando del primero al último de sus temas.

El setlist no se enfocó en ninguno de sus discos exactamente, sino que fueron saltando con gracia y elegancia de uno al otro, desde sus primeros con Víctor García a la voz como El Ángel Caído, recordándonos una de sus maravillas como fue Delirios de Grandeza, hasta su último sencillo, que vio la luz hace pocos días como es el caso de Horizonte Eterno.

Los primeros temas incluso recordaron mucho a aquellos discos de grabación pobre del 1996, porque el sonido vocal se sentía bastante enlatado, pero poco a poco iba mejorando según los temas iban avanzando al pasar la noche.

El público puso especial cariño cuando Jose, su cantante, empezó a entonar las primeras frases de la canción Niño, y haciendo todo un despliegue vocal al llegar a su estribillo, que ponía los pelos de punta al público presente.

Llevábamos más o menos medio concierto cuando los integrantes de la banda desaparecieron del escenario y dejaron a solas a Mike Terrana y su batería. Cada vez vemos menos conciertos en los que se puede dedicar un ratito del tiempo comprometido para que sus artistas brillen con juegos y solos de guitarras o de batería, pero ellos arrancaron un pedacito de esa tradición en la que hay que dejar que el batería se luzca como merece así que, ni corto ni perezoso, Mike nos regaló entre 5 y 10 minutos de juegos de bombos, cajas y platos haciendo que el público enloqueciera aplaudiendo y siguiendo el ritmo a golpes de voz a la vez que nos quedábamos embobadxs disfrutando de la magia que hacía con sus baquetas en las manos.

Al finalizar volvió la banda al escenario para ofrecernos dos temas más de «El Hijo Pródigo», Alas de Cristal y Papel Roto.

Tocando casi las dos horas de duración de concierto, llegó el momento de un breve descanso que no duró más de un par de minutos. Y volvieron a la carga con el último bloque final de la noche, que hizo subir al máximo la temperatura de la sala, Santa Barbara y Lucero, y casi sin la presentación que iba haciendo su cantante de cada tema que iban a interpretar, el público se volcó a cantar las primeras frases del estribillo de Xana, el»momento» de la noche sin dudarlo.

Finalizarían su actuación de casi dos horas y media de show con Torquemada, y ahora nos sentíamos todxs satisfechxs para poder marchar a casa con una buena sonrisa de oreja a oreja, y también contentxs de la gran variedad de canciones que interpretaron de todo su recorrido histórico de la banda, haciendo así que tanto lxs fans más nuevxs como lxs más antiguxs quedásemos complacidxs.

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