CRÓNICA: WASP desata su adrenalina en Barcelona 

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El pasado 1 de abril tenía lugar en Barcelona el inicio de la gira española de W.A.S.P, y así se reflejaba en los alrededores de la sala Razzmataz. Tanto en la cola kilométrica a las puertas de la sala como en las calles aledañas llenas de fans, era más que latente las ganas que había de esta noche. Y es que inmediatamente se abrieron las puertas, las primeras filas de la pista y de la parte superior se llenaron completamente.  

Tras unos minutos que se hicieron eternos, y después de que sonara el mítico «The end» de The Doors, salen al escenario Blackie Lawless y compañía de una manera totalmente explosiva. La escenografía acompaña, en un decorado carnavalesco al más puro estilo de W.A.S.P en los 80 y donde el cantante estaba detrás de un pie de micro en forma de calavera, arranca el show: Un medley que contenía clásicos de la talla de «On your knees”, “The flame”, “The torture never stops” e “Inside the electric circus”

Inmediatamente fue el turno de «Love Machine«. Con luces tenues y el videoclip original de fondo (lo cual se iría sucediendo canción tras canción), la guitarra de Dough Blair era un espectáculo en sí misma, el dúo de cuerdas junto a Mike Duda consiguió tener un protagonismo único.  

A estas alturas de la noche era prácticamente imposible moverse por la sala, estaba completamente llena con miles de fans de W.A.S.P que no perdían detalle. Tras varios años de espera y con una pandemia de por medio este era uno de los conciertos más esperados, y así lo demostraron los asistentes para “Wild child”, donde coreaban cada estrofa.  

 Sin dejar respiro, suena “The Idol”, un tema más relajado en el que podemos apreciar la voz de Lawless sin apenas pregrabados, y que da paso a “The great misconceptions of me”, “Chainsaw Charlie” y “Blind in Texas”. La banda desborda energía y la batería de Aquiles Priester da un ejemplo de maestría, creando una sincronización perfecta con el bajo de Mike Duda, el cual también tuvo momentos en los que demostró brillar con luz propia. El juego de luces de la sala estaba muy cuidado, aunque en parte de los temas destacan más el imponente escenario que las siluetas de los músicos a contraluz.  

La velada continuó con unas palabras de agradecimiento de Blackie a los asistentes, y la banda aprovechó para tomarse un respiro. Minutos después aparecían en pantalla imágenes de las famosas protestas del “Parents Music Resource Center” donde se incluía “Animal” en el famoso listado de 15 canciones “obscenas”. Esta épica apertura solo podía dar lugar a el clásico «Animal, I fuck like a beast«, una auténtica descarga de potencia y adrenalina que se encadenó con «The real me».  

Una hora y cuarto después del inicio del show, la banda se dirigía a poner la guinda del pastel con «I wanna be somebody», donde se hizo homenaje a todos los músicos que han pasado por la banda, incluidos los actuales, y donde el estribillo era coreado casi en su totalidad por los enfebrecidos fans. Subido en el pie de micro y balanceándose, se despedía Blackie Lawless de esta breve velada. 

Honestamente y a título personal, una de las veces en las que más acertados he podido presenciar a W.A.S.P en directo, se nota que hay un gran equipo detrás de la banda que sincroniza a la perfección el sonido, imágenes, luces y escenario. Ya dependerá de cada uno juzgar por sí mismo hasta qué punto el reducido setlist o la “ayuda” que Blackie haya podido necesitar empaña o no el show. En mi opinión, a día de hoy la banda ofrecía espectáculo puro y un repaso de sus 40 años de carrera, y han cumplido con creces cualquier expectativa que tenía de la misma.  

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