CRÓNICA: La noche más Epica del año

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Llevábamos tiempo augurando lo que esta noche sucedería, y poco se aleja de la realidad.

Un cartel de infarto en una gira apoteósica. Epica y Apocalyptica. Juntxs. En el mismo cartel. En la misma noche. En el mismo escenario. Uno detrás de otro.

Después de tanto esperar y de ver cómo al poco de volver a anunciar las nuevas fechas de esta gira casi colgaban el cartel de «Sold Out», llegó el gran día.

Las puertas abrían muy temprano para lo que estamos acostumbradxs en un concierto, y más siendo un viernes noche. Así que el bolo de la noche más bien se convirtió en un concierto vespertino.

A las 18h y un poco pasadas llegaba a la sala Razzmatazz y apenas había una pequeña cantidad de gente que ya estaba accediendo a la sala. Una vez dentro, apenas un centenar de personas ocupaban ya las primeras filas de la sala.

Con los reencuentros entre lxs compañerxs se nos pasa el tiempo volando y las luces de la sala se apagan, el público aún está entrando a cuenta gotas y la sala está a medio llenar, pero Wheel, puntualísimos, a las 18:30h inician las primeras notas de la noche.

Esta banda finesa hacen progressive metal y se componen por James Lascelles (voz y guitarra), Santeri Saksala (batería), Aki ‘Conan’ Virta (bajo) and Jussi Turunen (guitarra). Nacen en 2018 y cuentan con dos álbumes en su recorrido, de los cuales nos ofrecieron un pequeño setlist en esta noche del sábado.

Abrieron la noche con Hyperion, de su último disco del 2021 Resident Human, con un sonido limpísimo y una calidad impecable. Blood Drinker, este sencillo que vio la luz en 2022, fue el siguiente tema escogido por la banda. El público parecía no acabar de arrancar y sentirse cómodo, y el ambiente estaba bastante frio pero aún así, pudimos disfrutar de sus dos últimas canciones de la noche de su primer disco del 2019, Moving Backwards; Vultures y Wheel.

Se despedían del escenario con una gran ovación del público que, pese a no demostrarlo, parece que quedó bastante satisfecho con la actuación que duró aproximadamente 40 minutos y dejaron el escenario vacío mientras nuestra expectación crecía para ver qué era lo que Epica nos traería escenográficamente para esta noche.

Para sorpresa de todxs, se retiraban los pipas del escenario y allí no había nada más que los pies de micro. El escenario a dos alturas tenía el teclado a la izquierda y la batería a la derecha. Ni serpientes, ni aquellas ruedecitas hipnóticas que llevaban a los laterales de los escenarios en su concierto en el Leyendas del Rock ni nada de nada. Por suerte, a veces no hace falta más que una gran voz y un buen conjunto de músicos para llenar todo el escenario

Sonó una intro y la gran pantalla trasera iba proyectando imágenes. El público enloqueció desde el primer segundo. Abbys of Time, de su disco Omega, del 2021, abría la noche con el magnifico dúo de voces guturales por parte de Marc Jansen y la lírica de Simone Simons. Un gran tema para meterse al público en el bolsillo con una sola canción.

El repertorio que nos tenían preparado no variaba demasiado de lo que llevan haciendo durante toda la gira desde el 2022, pero sí que el juego de luces, imágenes y diseños de las pantallas lo hacía todo más atractivo.

De su último álbum de colaboraciones, The Alchemy Project (2022), nos brindaron The Final Lullaby, aunque el gran presente de la noche fue Omega (2021), con la elección también de The Skeleton Key, Rivers, que, a diferencia de otras ciudades de la gira, nosotrxs no tuvimos la suerte de poderla ver junto con alguno de los miembros de Apocalyptica. Pero de lo que sí disfrutamos, fue de su maravillosa voz y toda una sala iluminada por un mar de lucecitas de los móviles que previamente había pedido que encendiéramos todxs. Y la última elección de este disco fue Code of Life.

Cerca de las dos horas de concierto, y con algunos temas en que la parte instrumental acabó haciéndose un poco larga, llegó la hora de los bises, donde la banda no se llegó a retirar del escenario sino que Simone anunciaba que, llegados a ese punto, quedaban tres únicas canciones de la noche en las que pedía la máxima colaboración del público. En una de ellas, teníamos que cantar el estribillo, en la segunda, la letra aparecería en las pantallas y teníamos que cantarla y en la tercera y última, teníamos que saltar.

No era sorpresa que la primera del bloque de bises para la noche fuera Cry for the Moon pues esta canción que ya va a cumplir veinte años es el himno de la banda y no puede faltar para sus fans en ningún concierto.

Beyond the Matrix, casi otro himno de la banda, como ya dije, con toda la letra de la canción para que pudiéramos cantarla apareciendo en las pantallas, volcó a la sala que ya empezaba a mostrar los primeros signos de cansancio de la noche. Una demostración más del registro vocal de nuestra cantante favorita.

Pese a llevar rozado las dos horas de concierto, la actividad por parte de sus músicos no paraba sobre el escenario. Coen Jansen aprovechaba los golpes sinfónicos para hacer largos saltos del centro del escenario hasta su base del teclado. Todo un show este hombre durante todo el concierto, que cambiaba su teclado de pie giratorio por el curvado que se pone en la cintura y puede acercarse a todxs los demás miembrxs y ser más partícipe del movimiento bajo la tarima.

Consign to oblivion daba el cierre a la noche con sus casi diez minutos de duración y un pequeño wall of death que pidió Simone que se hiciera. Un concierto de larga duración para lo que estamos acostumbradxs a ver cuando se trata de la segunda banda de tres de la noche, pero que el público aceptó de mucho agrado y la banda hizo su papel sobre el escenario: tocar, entretener y encandilar a su público.

Llegaba el momento cumbre y clave de la noche. Aunque al acabar de tocar Epica se hizo un buen despeje en la sala, no tardó mucho en volverse a recolocar todo el público y llenar de nuevo Razzmatazz hasta los topes para la maravilla que venía a continuación.

Hacía años, muchísimos años, que no veía a Apocalyptica en directo y guardo un gran y especial recuerdo de aquella actuación que, aún siendo parte de un antiguo y extinto festival, marcó mi adolescencia. Aquella actuación en la que vi que la banda que tanto me llamaba la atención en CD era aún más increíble en directo. Cellos eléctricos sobre un escenario. En aquel momento, cuatro cellistas que hacían molinillos con su cabello mientras tocaban sus piezas, y lo que a todxs nos dejó marcadxs, una sorprendente y maravillosa versión del Nothing Else Matters y un primer disco completo de versiones de Metallica, llamado Plays Metallica de Four Cellos (1996) y que, sin duda, fue la pieza detonante que los lanzó a la fama. Aunque releyendo esto, creo que la combinación eran todo pluses para que esta banda finlandesa fuera un éxito.

Esta gira tan aplazada nos deja con material que en su momento tenía que ser fresco pero, como dice el dicho, «más vale tarde que nunca», y poder escuchar estas sinfonías en directo ya es mucho.

Puntuales, a las 21:20h salía la banda al escenario, cello en mano y Ashes Of the Mothern World de su último disco, Cell-O, fue la primera obra de arte que nos regalan y nos llenan los oídos y los corazones con sus melodías. Su escenografía también es nula; solo unos grandes focos laterales que les da una iluminación fabulosa a los músicos y la pantalla trasera, también con luces y colores e imágenes proyectándose, hacen toda la faena visual.

Viajamos dieciséis años atrás en el tiempo para colarnos en el disco Worlds Collide y disfrutar de Grace y I’m Not Jesus, con la voz de Franky Perez, que ya anteriormente formaría parte de la banda para su gira entre el 2014 y el 2016 y que, nuevamente, es la persona escogida para dar voz a esos temas con letra. Es increíble cómo de atemporales se hacen las canciones cuando tienes tantas ganas de escucharlas en directo que parece que fuera ayer que salieron a la luz.

Llegó el momento de desmadre total con En Route to Mayhem. La potencia que tiene este tema y cómo lo expresan tanto Eicca Toppinen como Perttu Kivilaakso y Paavo Lötjönen nos dejan asombradxs, cada uno representando tan bien su función con su cello dentro de la banda para que la conjunción de todos deje por los suelos cualquier otra banda de metal con sus guitarras y sus bajos.

Shadowmaker, con Franky de nuevo a la voz, nos hace cantar a todxs lxs fieles seguidores de la banda y disfrutar de los cambios de ritmo que tiene, haciendo de una misma canción una perfecta amalgama de estilos y tiempos, incluso vimos los cambios de roles entre Mikko Siren y Franky, poniéndose este a la batería por unos instantes.

Seguidamente se relajó el ambiente en la sala para tocar esta otra más tranquila, I don’t Care.

Y llegó el momento cumbre del concierto con el bloque de versiones, donde el que lo abría no podía ser con otro que Nothing Else Matters, donde todo el público cantó la canción de principio a fin en una maravillosa armonía que hacía ponerse los pelos de punta a todxs lxs asistentes. Inquisition Symphony de Sepultura y Seek and Destroy de Metallica volcaron la sala con todo el público saltando y cantando a pleno pulmón.

Tomaron de nuevo dos minutos de descanso en los que aprovecharon para presentar a la banda uno a uno y tomaron asiento por unos segundos para dar paso al final del concierto. Farwell, una obra de arte de pieza musical que hace aflorar todos los sentidos y ponerte la piel de gallina con cada una de las pinceladas que dan con sus arcos sobre el cello y el remate final, donde Perttu se puso a jugar con el público yendo a uno y otro lado del escenario buscando esa parte cómica y participativa para dar paso a unas tonadillas de canciones populares que, acto seguido, tras los aplausos y risas del público con el típico «oooee oe oe oeee…» concluyeron en Hall of the Mountain King, que todo el público aplaudió de principio a fin. Poniendo así, con este tema, el fin a una noche épica y dejando a todo el público asombrado y con una gran sonrisa de oreja a oreja comentando la jugada.

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