CRÓNICA: Bring me the Horizon y A Day to Remember nos dejaron una noche para recordar

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Los alrededores al acceso del Sant Jordi Club a tarde del Domingo 19 de febrero se llenaban de una cantidad importante de gente haciendo cola y que esperaban que las puertas se abrieran. Tenían pinta de que llevaban horas esperando y que querían ocupar las primeras posiciones del público, ya que al abrir puertas y pasar por el check de las entradas, salían corriendo emocionadxs y con sus pancartas en mano. Público de todas las edades, desde más jóvenes que posiblemente hayan descubierto a las bandas con sus últimos discos, como seguidorxs de los grupos desde sus inicios que la edad media ya supera los treinta años.

Static Dress salían puntualísimxs a las 18.30h con una sala a más de medio gas, pero con una energía rompedora por parte de lxs 4 jóvenes de Reino Unido. La banda formada en 2018 y con sus músicxs actuales Olli Appleyard a la voz, Sam Ogden a la batería, George Holding al bajo y lo más curioso y misterioso, su guitarra anónimx enmascaradx, hacen una música fresca pero clásica dentro dentro del estilo rock-punk que gritaba descaradamente a loxs asistentes que no hace falta ser mayor para hacer buena música.

Su discografía cuenta con dos álbumes: «Prologue» del 2021 y «Rouge Carpet Disaster» de 2022, y su actuación de la noche de apenas treinta minutos contuvo temas de ambos discos, pero sobre todo del 2022 y uno de sus sencillos Clean.

Estxs chicxs supieron muy bien cómo calentar el ambiente dando un buen show para ser la primera actuación de la noche y calentar los motores de dos grandes bandas como las que vendrían más tarde.

En acabar apenas ni saludan, se encienden las luces y lxs miembrxs de la banda se limitan a recoger todo su equipo y sus cables. Poorstacy empiezan bien seguido, inundan rápidamente el pabellón del Sant Jordi Club con su punk-rock/post-punk y, sin dudarlo, su bajista es la atracción de lal combo, que no para de saltar y moverse por su espacio otorgado en el escenario. A su cantante, Carlito Junior Milfort, se le ve más comedido y desprende una actitud más emo-pasota, mientras que su guitarra y su batería viven lo que están haciendo desde sus posiciones sin parar de agitar sus cabezas.

Me cuesta reconocer las canciones que están tocando, ya que grabadas contienen mucha más base electrónica, pero creo distinguir entre ellas Don’t Look At Me. Fueran las que tocaran, se dieron un paseo por toda su discografía -que cuenta con dos álbumes, lanzados en 2020 y 2021. Hubo momento también para alguna canción lenta entre todas las que tocaron, que fueron bastantes -y algunas de una corta duración- según se iba acabando el concierto.

Nuevamente la juventud se impone ante miles de espectadorxs que disfrutan mientras lxs más fans que conocen al cantante y su banda bailan y cantan sus temas. 25 minutos más de concierto para la agrupación del chico de Florida que terminan con una canción cargada de potencia de su último sencillo del 2022, Abuse Me.

A Day to Remember salen con las pilas bien cargadas y se nota que el público ya estaba deseoso de tenerlos sobre las tablas. Recordemos que este concierto lleva aplazado casi tres años, por lo que la banda estadounidense era bien ansiada y bien recibida en esta tarde.

Pudimos escuchar de esta banda de metalcore, como abrían la noche con The Downfall of Us All, de Homesick, disco del 2009, que además tuvo más presencia en la noche con otros temas como I’m Made of Wax, Larry, What Are You Made Of? y If it Means a Lot to You que hizo cambiar totalmente de tercio la noche cuando sacaron una guitarra acústica y se la colgó Jeremy para tocarla mientras cantaba.

De su último disco del 2021, You’re Welcome, el más nuevo y el que esperábamos fuera el material de la noche solo hicieron sonar Bloodsucker, que hizo enloquecer al público tanto o más como cada una de las canciones que iban sonando durante toda la noche.

Abrieron la noche con un tipo vestido de astronauta con un lanza-camisetas, disparándolas al público. No esperaron más de tres canciones para hacer que se formara un gran circle pit, un par más para que decenas de pelotas hinchables comenzaran a salir del escenario y a rebotar por todo el público y acabar la noche tirando rollos de papel higiénico haciendo que volaran con elegancia hacia la gente y que fueran igual de un lado al otro que los balones.

A las 21h daban finalizada su actuación, cumpliendo con 50 minutos de puro metalcore totalmente americano y dejando a miles de fans contentxs y satisfechxs.

La noche pasaba rápida y llegaba el momento de los grandes cabezas de cartel. Se hacín rogar la banda británica, dejando mal el dicho popular de «la puntualidad», y las luces de la sala se apagaban bien pasadas las 21.30h.
Una proyección en las pantallas, como un video formativo de un programa informático, explicaba las normas para el correcto disfrute y funcionamiento del show.

Can you feel my heart daba el tiro de salida del concierto más esperado de la noche. El espacio del Sant Jordi Club se viene abajo en cuanto la banda sale al escenario. Su escenografía es impresionante; proyecciones en la pantalla led del fondo y todo lo que era la segunda altura del escenario, cubierta por la muy trabajada temática del programa informático del que iban saliendo cositas en las pausas de la banda, incluso interrumpiendo alguna canción para llevar a cabo alguna de las cosas que pedía el personaje de IA. El sonido era limpio y atronador, y había pequeños detalles que quizás para muchxs pasaron desapercibidos, como los focos del techo que contenían el logotipo de la banda. Sin duda, una imagen súper cuidada para lo que estamos acostumbradxs últimamente a ver en los shows.

Happy Song, con la letra en las pantallas y colores, fue la segunda escogida seguida de Teardrops.

Por más que desde el escenario Oliver pidiera hacer circle pits, el público solo quería disfrutar y estaba poco participativo en ese aspecto, todxs parecían ancladxs al suelo para no perder sus posiciones que habían guardado durante horas. Incluso un nuevo vídeo informático informa de la selección del circle pit que debe hacerse en el siguiente tema Dear Diary.

Su disco más presente en la noche no podía ser otro que Post Human: Survival Horror (2020) y que da nombre también a su gira, aunque no faltaron otros también más presentes en That’s the Spirit, como la parte más tranquila apostada a las baladas y el momento romántico de la noche, en el que muchas parejas aprovecharon para hacerse arrumacos con Follow you y Drown, y algunos temas más de Sempiternal.

Aprovecharon este momento de bajada de revoluciones para hacer su descanso y en seguida el público comenzó a silvar y a gritar para que el show siguiera su curso.

El bloque final de la noche, más potente si cabe, se componía de tres canciones. Fue por fin con Obey que una diminuta parte del público, o al menos lo que me alcanzaba a la vista, se dispuso a hacer un poquito de moshpit. Sleepwalking despertaba la ovación de su público y tristemente se despedían con su última canción de la noche, Throne, no sin antes volver a hacer partícipe al público haciendo que se agachase para más tarde levantarse y seguir saltando y cantando.
No llegaban a marcar las 23h en el reloj que el recinto ya estaba desalojado y la gente salía contenta comentando lo bien que lo habían pasado, la ilusión de los temas escogidos y lo genial que había sido su actuación.

Como opinion personal, la organización y puntualidad fue impecable, los tiempos de los grupos perfectamente ajustados, no haciendose pesado ninguno de ellos ni las esperas entre bandas. Todo fluyó, fue rápido y ameno.

Desde aquí queremos dar gracias a Route Resurrection – Bring the Noise Events por contar con nosotras para este evento.

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