CRÍTICA: FIRMAMENT – We don’t Rise, we just Fall

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 Durante esta última década, hemos podido disfrutar encantados de una oleada de grupos que pretenden recuperar el sonido que practicaban, entre los setenta y los ochenta, formaciones míticas como Wishbone Ash, Thin Lizzy o Ashbury: un hard rock caracterizado por guitarras dobles perfectamente sincronizadas, con una cierta influencia del rock progresivo y del folk. Bandas como Hällas, Night o Tanith han sabido mezclar el metal con esas influencias para lograr una combinación que enganche al oyente más nostálgico.

Desde el sello Dying Victims, que siempre apuesta por bandas que tengan algo especial, nos ha llegado We Don’t Rise, We Just Fall, el álbum debut de los alemanes Firmament, que saldrá a la venta el próximo 24 de marzo. A continuación, desengranaremos sus composiciones para explicaros las sensaciones agradables que nos ha dejado este quinteto que, si bien solo llevan dos años tocando juntos, ya contaban con experiencia previa en otras agrupaciones.

Con un magnético riff empieza la canción que comparte nombre con la banda: Firmament. Esa parte taimada hacia la mitad, casi de jam session, previa al crescendo instrumental, le otorga mucho color. El dueto de guitarras, formado por Tom Michalik y Philipp Mayer, concluye con un precioso solo. Con el incesante cabalgar de la batería de Jonas Zeidler se nos presenta The Void, en la cual seguimos disfrutando de la emotiva voz de Maik Huber. El vacío del cual nos habla la composición parece representar la portada del disco, donde la humanidad se encuentra cayendo en un profundo abismo espacial, como si fuéramos conscientes de nuestra insignificancia terrestre, en comparación con la inmensidad del universo.

Ese místico cambio de ritmo llegados al ecuador de Dreams of Misery, nos evoca escenas pastorales que relajan nuestros oídos. Es una pena que Maik haya dejado la banda, pero estoy seguro de que Marco Herrmann sabrá ocupar su lugar. En contraste con sus predecesoras, Live in the Night presenta un inicio relajado, si bien va ganando intensidad conforme se desarrolla. Breve pero efectiva. La suave percusión de Jonas introduce Loosing You, seguida poco después por el bajo de Stefan Deutsch. Se trata de lo más cercano a una balada que encontramos en este elepé. Tanto esta canción como The Void fueron lanzadas previamente a finales de 2021, en forma de single.

Llega la hora de otro de los sencillos promocionales del disco: Hide & Seek, que cuenta quizás con el coro más pegadizo. El final es sencillamente apoteósico, con ese solo a dos guitarras, mientras se repite una última vez el chorus. Totalmente cañera se desata On the Edge, con mucho protagonismo para las seis cuerdas de Philipp y Tom. Encontramos también desatada la batería de Jonas, que acompaña a la perfección el solo de guitarra. La nihilista No Future es la composición más extensa, con variaciones de ritmo interesantes. En un momento Maik proclama que no existe ningún futuro con total desesperación en su voz. Sin lugar a duda, una de las mejores composiciones de la grabación, con toques de épica. Deciden poner punto final con Last Desire, con momentos para que brillen las cuatro cuerdas de Stefan. La batería ejecuta un atronador cierre, seguida por el resto de instrumentos.

Es innegable la atmósfera de melancolía y pesimismo que transmite el elepé. Si bien es muy disfrutable en su conjunto, siento que esta formación todavía tiene un enorme potencial para explotar. Cuando encuentren la fórmula adecuada, seguro que lograrán dotar de matices adicionales su propuesta musical.

Dying Victims Productions (2023)

Puntuación: 8/10

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