Sonata Arctica, Acoustic Adventures Tour

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Desde hace ya meses sabemos de esta gira de Sonata Arctica en un formato completamente diferente a lo que nos tienen acostumbradxs, y es que apostar por la realización de dos discos en acústico y, además, atreverse a girar con ellos en una fecha que está tan colapsada de conciertoss, un riesgo que la banda finlandesa ha querido asumir. Y reconozco que han apostado bien.

Nos encontramos en el concierto de Barcelona, un viernes por la tarde, con lxs telonerxs Eleine, que también optaron por tocar las canciones en formato acústico que forman parte de su último disco Acoustic in Hell y que ha visto la luz este mes de octubre.

Dieron inicio a la noche con Enemies y le siguieron Wisper my Child, Memoriam, Hell Moon, Ava of Death, All shall burn y Death Incarnate. Íntegramente todo su disco exceptuando un par de canciones para que su duración no excediera de lo establecido.

La estética de ella, los chicos haciendo molinillos con su cabello y la interacción con el público eran pluses para hacer de ésta una buena actuación para abrir la noche y romper el hielo. La sala estaba muy animada al acabar el show.

Después de un buen rato de una espera que se hizo un poco pesada entre el cambios de bandas, a las 21h salían al escenario los integrantes de Sonata Arctica.

Tommy Portimo se sentaba al cajón, Elias tomaba un de sus guitarras acústicas, Pasi su bajo y Henrik se sentaba en sus teclados, que estaban ligeramente orientados en diagonal al frente y a la derecha del escenario. Sobre una silla alta en el centro se sentaba Tony Kakko.

El silencio se hizo en la sala y empezaron a tocar los primeros acordes de The Rest of the sun belongs to me. Había esa mezcla extraña que no sabes si cantar, aplaudir o mantenerte en silencio. Y eso es lo que por el momento el público decidió; escuchar en total silencio como tocaban.

I have a Right fue la encargada de romper ese silencio donde ya, tímidamente, el público se animaba a corear a Tony, sobre todo, en el estribillo de la canción.

La cercanía y el silencio constante del público y este formato en que la gente está atenta a lo que pasa sobre el escenario y predispuesta a escucharlo todo, ayudaba a que Tony pudiera ir haciendo alguna introducción sobre algunos temas de los que iban tocando. En el caso Tonight I dance Alone, nos explica como un hombre le cuenta que, con su enfermedad, el único momento en el que se sentía bien era cuando esta canción sonaba.

Bromeaba con Elias y su nueva afición tras el confinamiento de tocar el banjo y la pronunciación que le hace divertirse y el público ríe con él. Nos presentan Half A Marathon Men, como una anécdota en la que, tras años, el mismo Tony decidió un día salir a correr y hacer una distancia de un kilómetro, después llegó a correr diez kilómetros, y más tarde, a correr medios maratones, y en el mismo momento alababa a Henrik por ser capaz de correr maratones enteros, y se sentía orgulloso de su compañero.

Parecía que esos silencios incómodos ya se iban rompiendo y el público cada vez se animaba más a cantar las canciones, algunx incluso quería arrancarse a saltar un poco. Y llegó el momento en que el público se volcó y se vino arriba al sonar las primeras notas de Victoria’s Secret. Y todxs empezamos a corear los primeros punteos de guitarra. Las voces se unieron en casi un susurro para no tapar la voz de Tony, pero toda la sala cantaba y se me ponía la piel de gallina. Después de esta Full Moon siguió con la misma tónica.

Se retiraba la banda para crear esa atmósfera de insistencia en la que el público empieza a gritar «¡otra! ¡otra!» entre aplausos, vítores y silbidos.

Sin pasar ni cinco minutos la banda vuelva a aparecer y a ocupar sus sitios. Y sabemos qué nos encontramos ante el bloque final de la noche y que pueden quedar entre dos y cuatro canciones, apurando mucho y mirando el reloj, sabiendo lo puntuales que son en esta sala.

Wolf & Raven, con el banjo de Elias y el teclado de Henrik, nos ponía a todxs a dar saltitos en el sitio, y aunque el público se componía más de parejitas enamoradas, no se podía evitar hacer un poco de movimiento de melenas en esta canción. Los cánticos del público ya subieron de tono y ya no se susurraba. Un banjo VS teclado se inició mientras Tony señalaba a uno y otro y el público se volvía loco aplaudiendo a ambos. Un momentazo en la noche, sin duda, donde ambos podían lucir su arte ante su instrumento.

Flag in the Ground, con ese sonidito de teclado de vídeojuego tan original que le han puesto en esta versión, seguía haciéndonos bailar y cantar para dar paso a la última canción de la noche, Don’t Say a Word, que nos volvía a serenar un poco y volver a hacernos estar atentxs, aunque sabíamos que ya se acababa el concierto, que no quedaban más de 5 minutos porque se acercaban las 22:30h y en breve nos estarían echando de la sala. En el estribillo todxs aplaudíamos al unísono.

Justo cuando se acabó el tema, Tony se puso en pie y nos pidió una última cosa; dividió el público en tres sectores e hizo que cada uno de ellos le respondiera a una pregunta con una simple respuesta… «Vodka!» Qué recuerdos de sus conciertos a los que había asistido pre pandemia en los que hacía este juego con el gran volumen de público, tanto había sido en un Rock Fest Festival como en el Palau Olímpic de la Vall d’Hebron teloneando a Nightwish hace ya más de quince años. Así que él formuló la pregunta y, por secciones, todxs fuimos gritando «Vodka!» y la banda dio la tonadilla de la canción. Así que, ya todxs contentos, felices y cantando «Vodka… we need a vodka!» cada vez más rápido acabamos el concierto.

De esta noche me sorprendió gratamente por un lado, la cantidad de público asistente al concierto, donde podías ver que la sala estaba llena de punta a punta, aunque sí que es cierto que había el suficiente espacio entre la gente para no sentirte agobiadx y pegadx al/la de al lado o al/la del frente, pero también me sorprendió cómo todos los temas que eligieron para hacer el setlist de la noche fueron perfectamente cuadrando un nivel de crecimiento y evolución en la actuación y no sentías ese aburrimiento o sopor que pueden darte el escucharlos en sus discos recientemente editados que dieron pie a este tour.

La banda se despedía entre aplausos y salía del escenario prometiendo volver el año que viene con su nuevo disco y con mucho más heavy metal.

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