Barcelona RockFest 2019
Atardecía en Can Zam. El sol se ponía sobre Santa Coloma. Empezaba a anochecer. Los abrasadores rayos de sol comenzaban a dar sus últimos coletazos, tornándose débiles a medida que pasaban los minutos. Minutos que parecían convertirse en horas. «Horas» en las que algo palpitaba dentro de nosotros. Y en el cielo colores. Color rojo-naranja-rojo-amarillo-rojo. No había momento más oportuno para rendir pleitesía al Rey. El escenario principal ya se había convertido en un siniestro castillo iluminado con antorchas y decorado con gárgolas. La tensión crecía. Luces oscuras, rejizas, mientras sonaba la intro de rigor y, tras ella, King Diamond apareció sentado. Jugando desde el primer instante con ese misterio que caracteriza a la formación danesa, arrstrándonos a una pesadilla, con esa manera única de crear expectación. La banda, el propio King incluido, no solo ofreció un espectáculo teatral redondo que lleva su concierto a otro nivel, que te mete de lleno en sus historias, sino que clavaron cada riff, cada ritmo, cada nota, y fueron afortunados al contar en todo momento con un sonido cristalino.
Por otro lado, es de agradecer que no sean uno de esos grupos que repiten repertorio en cada gira, o incluso en cada concierto de la gira. De hecho nos ofrecieron títulos como «The Lake» y «Burn», además de un corte que formará parte de su próximo disco. Las historias se iban sucediendo dándonos momentos de posesión como el que presenciamos durante «Voodoo», con esas baterías tribales, con Jody Cachia (la actriz que lleva años acompañando en el escenario a KD para interpretar a diferentes personajes) bailando y agitándose prácticamente en trance, cuando repasaron algún tema del «Abigail» con unas siluetas encapuchadas portando el sarcófago de Abigail La Fey y clavando su cadáver al ataúd, o cuando Jody apareció como la «grandma» durante «Welcome Home». Un espectáculo y una calidad musical y creativa de otra magnitud, que te pone los pelos de punta. Pero si hablamos de poner los pelos de punta, es algo que saben hacer simplemente con su música, con sus composiciones, sin necesidad de un gran espectáculo, como nos quedó más que claro durante uno de los momentos mágicos de su repertorio con «The Black Horsemen». Posiblemente , una de las canciones más bellas de su trayectoria. Y el segundo solo de Andy puede que sea de los más bellos, o que más transmiten, dentro del género. Piel de gallina con este cierre mágico a un espectáculo sublime, que hay que presenciar al menos una vez en la vida. Parece que sobre las tablas se multiplica el efecto de la creatividad artística y musical de este personaje que se ha ido desarrollando y solidificando durante décadas. El Rey reinó. Se coronó. Todos nos rendimos ante el y su corte.
Otra institución dentro del Rock, aunque dentro de un terreno completamente distinto son los británicos Def Leppard, un grupo que no se ha prodigado demasiado en la Ciudad Condal, por lo que se convirtieron en un gran reclamo de la última edición del RockFest. Entre el público se notaba que reúnen a una gran cantidad de incondicionales, de diferentes
generaciones, que esperaban desde hacía años este momento. A modo de intro utilizaron «Personal Jesus», de Depeche Mode. Y arrancaron directamente con un ristra de clásicos con ese aire alegre que tienen la mayoría de sus temas, rápidos, melódicos y coreables. El sonido fue espectacular, la ejecución sólida, las proyecciones en las pantallas traseras y laterales hicieron el espectáculo más ameno. Porque, fue un gran concierto, pero no es una formación que llene especialmente el escenario, que se muestre especialmente activa, intentando cautivar al público (esa labor se la dejan a sus temas) y esforzándose por su puesta en escena, por crear un comunión con la audiencia más allá de la que se pueda crear por interpretar ciertas canciones. Pero fue un concierto para incondicionales, para esa gente que comentaba antes llevaba esperando este momento desde hacía años, y no les defraudó.
Por debajo de los grandes nombres y los grandes espectáculos hubo bandas que nos dieron esa dosis de cercanía que tanto se añora en estos festivales grandes. Como fue el caso de los doomsters Candlemass.
En la carpa, sin ningún decorado más allá que el telón de fondo con la calavera del «Epicus…» celebrando el regreso de su primer vocalista a la banda. Recuperaron sobretodo temas de este debut y del «Nightfall», regalándonos momentazos con cortes como la casi pegadiza «Betwitched», la teatral «A Sorcerer’s Pledge» y la emotiva «Solitude». Aparte de la impresionante forma vocal y física en la que se encuentra Johan (es tanto un gran vocalista como frontman), vimos a un grupo de amigos que disfruta de lo que hace, y a un Mats notablemente risueño. Cuando la banda que tienes delante disfruta de lo que hace, el público disfruta del concierto. Lo mismo sucedió con Helix, que actuaron a plena tarde para ofrecernos un buen remember, o quizás dosis de nostalgia. Los canadienses mantienen la actitud, entre rebelde y divertida, cuidan su estética para que todo encaje. Estos viejos rockeros se niegan a dejar de ser la rebeldía
personificada. Otro ejercicio de nostalgia, sin duda. Empezaron puntuales y como segundo tema ya soltaron un clasicazo como es «Wild in the Streets», aunque el repertorio en líneas generales no fue el mejor; canciones poco conocidas, las cuales la banda no defendieron de la mejor forma. A esto se le sumaron algunos problemas de sonido, sobretodo con el micro pero despegaron el vuelo con algunos clásicos, sobretodo el que cerró, «Rock You», que lo interpretaron con ganas (y el público se volcó también), con esa actitud de banda de Hard Rock arena de los 80 pero en un pequeño escenario de una localidad barcelonesa.
Otro concierto que supone un oasis en festivales de estas magnitudes fue el de Raven. El grupo formado por los hermanos Gallagher nunca decepciona, y siempre desprenden esa actitud «underground». Como si fueran la pura esencia del Metal, sin alardes, humildes y honestos pero siempre ofreciendo incluso un atractivo visual con esa forma, por ejemplo, de cruzar los mástiles de sus instrumentos. De hecho Mark tuvo un percance durante sus conciertos en Oceanía y apareció en el escenario con una silla (que no utilizó y que
tiró en más de una ocasión a golpe de mástil) y una férula en la pierna. Eso no le frenó. Como de costumbre no dejó de moverse y de ofrecer sus habituales muecas. Empezaron arrolladores desde el minuto uno y, cómo siempre, se mostraron incombustibles, manteniendo esa mezcla entre banda veterana de la NWOBHM con tablas y la actitud entusiasta y enérgica de una joven banda local. Como decía, los hermanos Gallagher nunca decepcionan. Al «power trio» casi se les queda pequeño el gran escenario.
Por actitud, Venom parece una banda de estas, de las que descargan esa combinación entre tablas y pasión. Pero está claro que eso se lo llevan Venom Inc. y no los de Cronos. Durante el comienzo del concierto el sonido fue malo, la voz prácticamente inaudible. Tras las tres primeras canciones mejoró, pero la calidad del concierto seguía siendo la misma: mediocre. Sin mencionar que el cambio en sus temas, en la afinación, los hace prácticamente irreconocibles, y eso por no hablar de la calidad de los
temas nuevos (quizás por ello en su concierto se centraron en los clásicos, de hecho arrancaron con «Black Metal»). No hay mucho qué decir sobre Venom, aunque en esta ocasión al menos a Cronos se le veía disfrutando, en su salsa, levantando al público y disfrutando con el gran escenario y la pirotecnia pero, al margen de cómo fuera este concierto comparado con otros que hayan podido dar, estos Venom son un chiste.
Demons & Wizards, vestidos de riguroso negro, dieron una lección de elegancia y potencia a partes iguales, aunque también tuvieran que lidiar con algún que otro problema de sonido durante el comienzo de su actuación. Los temas que desempolvaron de sus dos discos (el último tiene ya casi quince años) sonaron con rotundidad interpretados por una banda que sabe lo que hace, sin recaer el peso todo el tiempo en el tándem Kursch/Schaffer. Combinaron cierto aire progresivo con épica y aún así, en pocos minutos, se metieron al público en el bolsillo. Hicieron partícipes a sus seguidores en todo momento, pidiendo coros y con numerosas palabras de agradecimiento por parte de un humilde Hansi.
La mayoría para bien, y Venom para mal, estos fueron los momentos más reseñables de toda la edición del RockFest, cabría añadir a Krokus, con unas increíbles proyecciones, un sonido espectacular y una actitud rebelde que no han perdido. Continúan defendiendo como nadie grandes temazos, incluso versiones como «Rocking in a Free World» . Proyectos como Turilli/Lione Rhapsody ofrecían grandilocuencia y épica pero solo una continuidad de lo que han hecho bajo otros nombres, y demasiados coros y orquestaciones pregrabadas. Lo de acompañar a una banda por una orquesta siempre resulta interesante, menos en esta ocasión, ya que la Barcelona Rock Orchestra se unió a Rage para recuperar su disco «XIII», que ya se realizó con una orquesta, así que no tuvimos esa sensación de estar viviendo algo nuevo. Michael’s Schenker Fest fue una fiesta. Un Michael inconfundible pegado a su Flying V interpretando clásicos con diferentes amigos a las voces, aunque desafortunadamente no pudo estar Graham Bonnet. Tampoco faltaron temas de su época en UFO. Toda una institución de la guitarra ofreciéndonos, más que un concierto, un capricho. Entretenido. Europe fueron excelencia, repasando temas más rockeros de su primer álbum con esos momentos AOR y emocionales. Les mojó la llovia. Banda en plena forma, proyecciones cósmicos y clásicos de la historia del Rock a pleno pulmón. SAXON maravillaron, el águila aterrizó a lo grande con un repertorio más que manido pero una banda muy correcta, con momentos emocionales como el homenaje a Lemmy con «They Played Rock N Roll». En las pantallas proyecciones de Lemmy y Motörhead, y durante el resto del concierto imágenes nostálgicos evocando los días dorados de la New Wave. En el ala más extrema, Napalm Death ofrecieron todo un torbellino de energía sin concesiones, con una banda sólida y un Barney incombustible. Imparable. Regusto a critica social que se echa en falta en este tipo de eventos. Igual de demoledores, aunque en otro estilo, ENTOMBED AD repasando clásicos de ENTOMBED. Actitud totalmente «campechana» y un nuevo guitarrista más que a la altura de las circunstancias. También a la altura UDO, con su habitual carisma, una formación compacta y por fin un repertorio formado únicamente por temas UDO, sin guiños a ACCEPT. Cautivaron canciones de «Animal House» especialmente y temas de su nuevo álbum como «Make the Move» también dejaron impronta.
Otro caluroso RockFest, este pasado por agua en algunos breves momentos, fieles a sus guitarras y baterías gigantes, a la puntualidad de la mayoría de bandas y a esa bendita Motörtent, donde puedes escuchar Motörhead todo el día lejos de las grandes muchedumbres pero aún así en un festival de ambiente familiar.