Han pasado muchos años y cinco discos desde que los islandeses SÓLSTAFIR comenzaran su carrera siendo, básicamente, una banda de Black Metal. De todas formas jamás fueron un grupo convencional y una evolución por la que han pasado no se veía como algo muy lejano. Efectivamente, han evolucionado, crecido… Y mucho. Han roto moldes, han ampliado sus horizontes explorando nuevas texturas, nuevos pasajes y, sobretodo, se han abierto a la incursión de más instrumentos para hacer del viaje al que embarcan a sus oyentes algo aún más profundo. Ahora regresan con su quinto compacto, «Ótta» y, como siempre han hecho, este no es una ruptura, sino una continuación.

Una continuación de lo que hace años llevan creando, descargando y plasmando con sutileza y ferocidad al mismo tiempo una interesante combinación de un Metal inclasificable, que bebe de mucos estilos, con momentos psicodélicos, pinceladas de Folk, elementos del Rock más clásico e incluso guiños al Post-Rock. Lo hacen con bellas melodías, estructuras interesantes que se construyen sobre un motivo minimalista pero, a raíz de ahí, construyendo temas elaborados, de una naturaleza más compleja y versátil, pero siempre pasionales y honestos, siempre buenos, sin dejar lugar para rellenos. Con esta riqueza de elementos, crean una obra que requiere varias escuchas para poder apreciar todos sus niveles, todos sus detalles que, al fin y al cabo, es lo que convierten en grande el espíritu minimalista del combo islandés. Y, con tal diversidad, crean momentos bizarros, a veces dando sensación de caos organizado, con el asombroso e inesperado don de, aún con bellas y sutiles melodías, crear en todo momento pasajes muy agresivos, quizás dado a la enorme carga emocional de los cortes, con ambientes gélidos que transportan a su bella Islandia natal, creando imágenes en nuestra mente de sus impresionantes paisajes. De esta forma, nos seducen y absorben, perdiéndonos en las frágiles cuerdas, o con la incursión incluso de un banjo, pero esto no hace que en ningún momento el disco sea menos feroz o crudo, aún bello y frío, sino que simplemente hace más redonda y firme su arrolladora personalidad.

El propio «Ótta» es una de las canciones que mejor describe todo lo que es este largo y todo lo que es SÓLSTAFIR, toda su homogeneidad. Pasando de pasajes hipnóticos a agresivos, de la cúspide del caos y la ira a la hipnosis más etérea, al trance más atmosférico. Sacando a la luz una estructura exquisita. De hecho todas las pistas del trabajo tienen construcciones así, igual de variadas, pero siempre orgánicas. Todo fluye, todo está en la misma línea aunque cada tema tenga su propia personalidad. Y es que todo aquí forma parte de un todo, de un mismo concepto. De hecho en esta placa se aprecia aún más cohesión entre los giros de sus composiciones, quizás gracias a un desarrollo y crecimiento compositivo, y también el sentimiento se hace cada vez más palpable. Puede que algo tenga que ver el concepto del lanzamiento, basado en una forma de medir el tiempo que consiste en ciclos de tres horas, de esta forma el álbum comienza por la mañana y termina a media noche, y ciertamente el grupo con su música es capaz de capturar la luz, al temperatura, los aromas, los paisajes… De los cambios de hora, transportándonos a la pureza, a la naturaleza.

 

Y eso es «Ótta», pureza, naturaleza hecha música. Belleza, al fin y al cabo. Con su dinamismo habitual. Con su fluidez y cohesión habitual. Pero de forma aún más profunda, más emocional.

 

Season of Mist (2014)

Puntuación: 9/10

Tania Giménez

tania@queensofsteel.com

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