CRÍTICA: PAGAN ALTAR – Never Quite Dead

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Tal y como un servidor hacía meses ya que no escribía, hoy nos toca hablar del regreso de unas leyendas de la NWOBHM, del nivel de Pagan Altar. Los londinenses son reconocidos por la voz nasal del añorado profeta Terry Jones, unida a las guitarras de su hijo Alan, con quien se llevaban solo diecisiete años de diferencia. Como también hicieron Cirith Ungol o Witchfinder General, su sonido mezcla influencias del proto doom de Black Sabbath, heavy épico e incluso folk. Sus orígenes se retrotraen a 1978, para después publicar en 1982 su primeriza demo homónima. Si bien su pionero primer elepé (llamado Volume 1 y remasterizado en 2005 como Judgement of the Dead) no vio la luz hasta 1998, en realidad fue grabado el mismo año que la demo.

En 2004 sacarían una joyita del nivel de Lords of Hypocrisy, mientras que dos años más tarde vería la luz su mejor disco: el atemporal Mythical & Magical. The Room of Shadows de 2017 parecía el perfecto homenaje póstumo al genio de Terry, ya que esas composiciones son material inédito con sus voces, si bien nos han sorprendido con este Never Quite Dead. De la formación original solo mantiene Alan el legado de su padre, mientras que del apartado vocal se encarga desde 2017 el gran Brendan Radigan, quien es miembro asimismo de Sumerlands o Savage Oath, entre otras formaciones.

Empieza la grabación con Saints and Sinners, el primer sencillo promocional, con la potente voz de Brendan y el pegadizo riff de guitarra, bien respaldado por el sintetizador. ¡Qué delicia el solo de Alan y lo bien que se compagina con Denis Schneider en las seis cuerdas! Liston Church es un medio tiempo que inicia como balada con toques doom, para ir ganando en intensidad. Diccon Harper en el bajo resulta crucial, en esta atmosfera de pura ensoñación.

Madame M’Rachael nos da la bienvenida a su onírico mundo, al cual nos sumergen los teclados. Es evidente que Radigan, si bien mantiene su estilo propio, intenta que su voz sea lo más reminiscente posible a la de Terry. Ningún otro vocalista podría haberlo logrado mejor y es algo que su alma le debe estar agradeciendo. La historia de la enigmática mujer del título prosigue en Madame M’Rachael’s Grave, en un claro contraste de energías. El fantasma que vaga sin rumbo por el cementerio parece perseguir al protagonista desde su juventud, en sus peores pesadillas.

Well of Despair es quizás mi favorita del elepé, con esa distorsión guitarrera que resuena poderosa. Andy Green en la percusión reluce contundente, en contraposición con las voces fantasmagóricas. Los muertos bailan la tocata del diablo en The Dead’s Last March, segundo adelanto del disco. Dominado por un hipnótico riff de eterna oscuridad, que permanece en nuestro cráneo como un mantra.

Westbury Express es una instrumental acústica que sirve como antesala para la cereza final de esta joyita: Kismet, el término que significa destino en el islam. Prosigue ese inicio acústico en la composición más extensa del elepé, con nueve minutos de duración. Sobre el tercer minuto, el grito de banshee de Brendan marca el épico cambio de ritmo. Su narrativa amorosa es propia de una power ballad de exquisito aroma. Nunca el paganismo y la magia ritual habían sentado tan bien; todo lo contrario de las incontables sectas new age que protagonizan nuestra triste actualidad y engatusan a pobres incautos.

Se nota que las composiciones de este disco son grabaciones añejas que nunca se publicaron oficialmente, ya que mantienen la esencia mística de la formación. Pagan Altar es de los pocos grupos privilegiados que, a pesar de los años que llevan encima, siempre han publicado auténticas obras maestras, que permanecerán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. ¡Empecé en el metal como un joven thrasher, pero es imposible no enamorarse del doom con lanzamientos tan majestuosos!

Dying Victims Productions (2025).

Puntuación: 9/10.

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