ENTREVISTA: TOWER: Rabia contra el colapso: Metal, resistencia y la oscuridad que se avecina

Con Let There Be Dark, Tower lanza un disco que es a la vez advertencia y grito de guerra. Desde el caos político y la opresión patriarcal hasta la energía imparable de Nueva York, la banda no se guarda nada. Sarabeth Linden critica la obsesión de la industria con etiquetas como «female-fronted», mientras que James Danzo canaliza la ansiedad de un mundo al borde del colapso. En esta entrevista, Tower reflexiona sobre el metal como acto de rebeldía, los peligros que acechan a la sociedad y por qué la música sigue siendo una de las últimas formas de resistencia genuina.
¡Hey, gracias por el tiempo! Estáis a punto de lanzar Let There Be Dark—¿cómo os sentís? ¿Es más emoción, agotamiento o un poco de todo?
James: Acabamos de volver de gira y todavía estamos un poco con el jet lag, ¡pero más emocionades que nada!
La música de Tower siempre ha tenido una energía inquieta, como si fuerais un predicador callejero gritando que el fin está cerca. Pero, ¿cuál es el verdadero apocalipsis para vosotres? ¿Qué es eso que nos acecha y que debería tenernos gritando en las calles?
Zak: La historia se repite una y otra vez de formas peligrosas. Es clave aprender de los errores del pasado.
VUestra música es pura fuerza salvaje—sin disculpas, a toda máquina. Pero el mundo no siempre da espacio para eso, sobre todo cuando viene de mujeres. Sarabeth, has hablado sobre la obsesión de la industria con etiquetas como «female-fronted», que en sí misma parece una manera de encasillar. ¿Crees que eso cambiará algún día o la industria siempre intentará controlar lo que no puede entender?
Sarabeth: Con Trump y el patriarcado todavía en el poder, dudo que algo cambie sin una guerra total. Creo que es importante, sobre todo si eres un hombre cis o incluso una mujer con mentalidad patriarcal, informarte sobre los daños, limitaciones y restricciones que se han impuesto a las minorías y reflexionar sobre por qué. Si todavía usas el término “female-fronted” como género o etiqueta, tienes mucho en qué pensar. Y si sientes que tienes derecho sobre el cuerpo y el espacio de otres—sobre todo de una mujer después de tocar en un concierto—entonces realmente necesitas aprender lo que significan los límites y el consentimiento.
Nueva York es un monstruo de ciudad, y vuestro sonido tiene esa garra inconfundible de NYC. ¿Cómo os ha moldeado la ciudad, no solo musicalmente, sino en la forma en que veis el mundo?
Zak: NYC es un ser vivo, con su propio ritmo, sus días buenos y sus días malos. Es un personaje real.
James: NYC es más una ciudad cosmopolita que una ciudad típicamente estadounidense. Es una mezcla de culturas e ideas. No todes aquí son de mente abierta, pero definitivamente te da la oportunidad de aprender y adaptarte.
Let There Be Dark tiene un peso ominoso, tanto musical como líricamente. Se siente un aire de condena, pero también de resistencia. ¿Refleja este disco cómo os sentís con el mundo en este momento?
James: Sin duda. La situación da miedo, tanto aquí como afuera, con maníacos teniendo poder absoluto y lanzando amenazas y bombas como si fueran pelotas de fútbol. Roma está ardiendo, así que pillamos el violín.
Estados Unidos parece estar siempre al borde de algo—sea división política, decadencia corporativa o colapso total. Muchas bandas clásicas de metal, de Sabbath a Priest, nacieron de la frustración de la clase trabajadora. ¿Creeis que el metal hoy en día sigue teniendo ese espíritu rebelde y contracultural, o se ha diluido?
James: El metal ahora es un elemento familiar en la sociedad, pero no lo era cuando Sabbath y Priest empezaron. En su momento, hacer lo que hicieron era una declaración y un riesgo mucho mayor que el que tomamos nosotres hoy. Pero el rock y el metal son básicamente una actitud rebelde convertida en sonido. Eso no va a cambiar nunca.
Mucha de vuestra música, especialmente en Shock to the System, habla de pérdida, inestabilidad y crisis personal. ¿Cuánto de Let There Be Dark viene de esas mismas ansiedades? ¿O esta vez parte de otro lugar?
James: Un par de temas en Shock van por ahí—«On the Line» e «In Dreams», en particular, tienen letras bastante pesadas. Este disco expande mucho más esas ideas. Cada canción trata sobre la pérdida, la muerte o la amenaza de una de las dos, o de ambas. Vivimos en una incertidumbre constante, y eso sigue reflejándose en nuestra música.
El metal tiene fama de ser puro ego y machismo, pero en el fondo también es catarsis—una forma de expresar lo que a veces no se puede decir de otra manera. ¿Qué habéis podido transmitir a través de vuestra música que quizás no hubieráis podido expresar de otra forma?
James: Escribir letras te hace pensar distinto—decir algo de una manera que deje espacio para la interpretación personal. Yo soy una persona bastante directa, así que escribir letras me obliga a cambiar eso un poco. ¡Es un buen desafío!
Habéis tocado por todo el mundo, desde Pyrenean Warriors hasta Up the Hammers. ¿Habéis notado diferencias marcadas en cómo funcionan las comunidades metaleras en distintos países? ¿Hay lugares donde la energía se siente diferente?
James: Todavía estamos aprendiendo las diferencias entre públicos en varias partes del mundo. Hay muchos países donde solo hemos tocado una o dos veces, así que llevará tiempo tener un panorama más claro. El público de EE.UU. es totalmente impredecible. En Europa, en cambio, les fans son más constantes y dedicades, aunque lo expresen de formas distintas.
Para cerrar, ¿qué sigue para Tower después de Let There Be Dark? Y si pudierais elegir una cosa que la gente se lleve de este disco, ¿cuál sería?
James: ¡Espero que les guste lo suficiente como para darle más de una vuelta! Me gustaría que la gente conectara con los sentimientos y las letras, que encuentre algo con lo que identificarse. Es genial poder lanzar música y dejar que aterrice donde tenga que aterrizar. ¡Estamos agradecides por cualquier interés en lo que hacemos! ¡Gracias!