ARTÍCULO: Metal: ¿Dónde están nuestrxs divas?

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¿Alguna vez te has preguntado por qué el metal, ese bastión de la rebeldía, da la sensación de ser tan… homogéneo? Mientras las guitarras rasgan el aire y las voces desafían a los dioses, parece que las únicas historias que escuchamos son las de tipos embutidos en cuero, barbudos y sin una pizca de color. En un mundo donde la diversidad es más que un concepto de moda, la escena metal se aferra a una visión tan monótona que haría sonrojar a un arcoíris. Es hora de que el metal despierte y se dé cuenta de que la diversidad es el verdadero riff maestro que le falta.

Un escenario desigual

La escena metal se ha labrado una reputación de ser un espacio masculino, donde el heteropatriarcado se siente tan cómodo como en una chaqueta de cuero recién comprada. Pero no todo el mundo encaja en este molde rígido y muchas veces tóxico. En un mundo donde la diversidad debería ser celebrada, en lugar de eso, se perpetúa la idea de que el metal es exclusivamente «para machos». ¡Porque claro, qué más da que la música sea poderosa y emocional si no puede serlo en un abrigo de piel y con una guitarra de 15 cuerdas!

Ejemplos brillantes de la diversidad

Afortunadamente, no todo está perdido. Hay valientes guerreres de la diversidad que están rompiendo las cadenas y abriendo camino en la escena. Por ejemplo:

  • Joan Jett: Esta icónica rockera no solo ha arrasado en el mundo del rock, sino que también ha sido una voz fuerte en la lucha por los derechos LGBTQ+. Con su estilo audaz y su actitud desafiante, ha demostrado que ser tú mismx puede ser el mejor riff de todos.
  • Rob Halford: Conocido como el «Metal God», el vocalista de Judas Priest salió del armario en los 90 y se convirtió en un ícono no solo del metal, sino también de la comunidad LGBTQ+. Su presencia en el escenario y su poderoso registro vocal han abierto muchas puertas para otrxs artistas queer en la escena.
  • Marcie Free: La vocalista de King Kobra y Signal no solo ha mostrado su talento excepcional, sino que también ha sido una pionera al desafiar las normas de género en la música rock. Su autenticidad ha inspirado a muchxs a vivir su verdad, sin importar lo que digan lxs demás.
  • Kat Shevil: Esta artista trans del metal extremo es conocida por su voz potente y su estilo que fusiona géneros. Su trabajo es un claro recordatorio de que la diversidad no solo enriquece la música, sino que también es esencial para la evolución del género.

¿Por qué falta representación?

La pregunta del millón es: ¿por qué hay tan poca representación LGBTQ+ en el metal? La respuesta es un cóctel explosivo de homofobia, bifobia y transfobia, agitado con un poco de ignorancia. La realidad es que el metal ha sido históricamente un bastión del machismo, donde se perpetúan los estereotipos de género y la violencia, y donde ser diferente es sinónimo de ser un blanco fácil.

La homofobia, en este contexto, puede ser tan sutil como un hacha en un escenario de metal. Desde letras que denigran a personas queer hasta una cultura de fans que a veces parece más interesada en mantener una imagen de «hombre rudo» que en celebrar la diversidad. Bandas como Impaled Nazarene y The Mentors han dejado claro que, para algunxs, la diversión significa ridiculizar a la comunidad LGBTQ+. Las letras de Impaled Nazarene, con su provocadora crítica hacia el sistema y su humor oscuro, no escatiman en burlas hacia las personas queer. Y en el caso de The Mentors, sus letras están tan plagadas de misoginia y homofobia que casi se puede escuchar cómo se aclara la garganta un dinosaurio trasnochado. La idea de que el metal es un club exclusivo para machos no es solo una noción retrógrada, sino un flaco favor para la música misma.

El ciclo vicioso de la intolerancia

Además, este ciclo de homofobia y transfobia se alimenta de una cultura más amplia de desdén hacia lo diferente. ¿Por qué hay tanto miedo a lo queer en la música pesada? Puede que se trate de la necesidad de algunos de aferrarse a una visión anticuada de la masculinidad, donde cualquier indicio de sensibilidad o vulnerabilidad se percibe como una debilidad. Porque claro, ser un «metalero» significa tener que andar con cara de pocos amigos y una guitarra de siete cuerdas, y no con una pluma de colores y un maquillaje bien puesto.

Cómo podemos cambiar esto

Aquí viene la parte divertida: cambiar esta narrativa es más fácil de lo que parece. Primero, es esencial dar visibilidad a lxs artistas LGBTQ+. Los festivales son un lugar excelente para ello. Imagina un festival donde cada banda tuviera al menos unx integrante queer, ¿qué locura sería eso? La diversidad no solo enriquecería la experiencia del público, sino que también podría inspirar a nuevas generaciones de músicxs a ser quienes realmente son.

Hablemos, escuchemos y aprendamos

Otra forma de generar cambio es tener conversaciones sinceras y abiertas. En lugar de aferrarnos a viejos estigmas, debemos cuestionar lo que significa realmente ser parte de la escena metal. ¿Es solo un asunto de riffs y distorsión, o también es un espacio para la autoexpresión y la libertad? Es hora de salir del armario y llevar ese orgullo a la primera fila.

Y claro, es fundamental apoyar a lxs artistas LGBTQ+ que ya están en la escena. Comprar su música, ir a sus conciertos y, lo más importante, hablar de ellxs puede crear un efecto dominó. ¡Cada pequeña acción cuenta!

Conclusión: ¡alza tu voz!

La falta de representación LGBTQ+ en el metal no es solo un problema de la música; es un reflejo de una sociedad que aún tiene un largo camino por recorrer en cuanto a la aceptación y la inclusión. La música metal puede y debe ser un refugio para todxs, independientemente de su identidad de género o sexualidad.

Así que, la próxima vez que escuches a tu banda favorita, recuerda: detrás de cada riff potente y cada grito desgarrador, hay un potencial infinito para celebrar la diversidad. ¡Alza tu voz, que la escena metal necesita más arcoíris y menos sombras!

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