CRÍTICA: BLACK CURSE – Burning In Celestial Poison
Burning in Celestial Poison, el segundo álbum de Black Curse, es una nueva y poderosa declaración dentro del blackened death metal. Con un sonido más radical y violento que su debut Endless Wound (2020), este disco continúa la tendencia de la banda de explorar los rincones más oscuros y caóticos del género, pero con una producción más densa y pulida, cortesía de Arthur Rizk. La producción enfatiza una atmósfera opresiva y cruda, que demanda ser experimentada en la oscuridad y a volumen máximo para capturar su intensidad plena.
Con sus cinco temas, el álbum desafía las convenciones de longitud y estructura. La canción inicial, «Spleen Girt with Serpent», de más de diez minutos, sumerge al oyente en una espiral de violencia musical. «Trodden Flesh», el primer sencillo lanzado, continúa en la misma línea, con un enfoque feroz en riffs oscuros y atmósferas aplastantes. «Ruinous Paths» y «…to Babylon» contribuyen a la sensación de inminente catástrofe, mientras que el cierre, «Flowers of Gethsemane», de más de 11 minutos, finaliza el viaje con una mezcla de desesperación y brutalidad.
Este trabajo es comparable a bandas contemporáneas del black/death underground como Teitanblood o Grave Miasma, pero Black Curse logra labrar su propio espacio con una ejecución implacable y una dirección sonora intencionadamente abrasiva. Aquellxs que disfrutaron de la brutalidad de su primer álbum encontrarán en Burning in Celestial Poison un seguimiento aún más sombrío y perturbador.
Sepulchral Voice Records (2024)
Puntuación: 7/10