ARTÍCULO: Metal y misoginia: cómo convertir la violencia sexual en tu marca personal
¡Ah, el metal! Ese glorioso mundo de guitarras estridentes, letras escandalosas y una profunda reverencia por el caos. Pero bajo ese manto de estrépito y negrura se oculta una realidad perturbadora: la glorificación de la violencia hacia las mujeres. Así que, por si no te habías dado cuenta, el metal tiene un pequeño problema con la misoginia y la cultura de la violación. Sí, estamos hablando de ese “espléndido” fenómeno donde el cuerpo de la mujer se convierte en un juguete de dominación y abuso. ¡Qué rockero suena todo esto!
¡Hablemos claro: violencia sexual y metal!
Primero, hagamos un recorrido por la necrópolis del metal para ver cómo se trata la violencia hacia las mujeres. Cannibal Corpse, esa banda que parece que se quedó atascada en una película de terror de bajo presupuesto, se lleva el primer premio en este oscuro concurso. En su canción “I Cum Blood”, no solo se describe la violencia sexual de una manera tan gráfica que haría que cualquier instructor de contenido explícito se sonrojara, sino que la letra hace que el abuso suene casi como un acto cotidiano. Es como si los miembros de la banda pensaran: “¿Por qué no añadimos un poco de tortura a la mezcla? ¡Solo para darle más sabor!”
Pero Cannibal Corpse no está solo en este festín de mala educación. Slayer, con su canción “Necrophiliac”, lleva la glorificación de la violencia sexual a un nivel en el que la necrofilia es presentada como algo casi… bueno, entretenido. La letra narra un encuentro sexual con un cadáver con una desfachatez tan fresca que hace que los comentarios de un foro de terror parezcan poemas románticos. Aquí, la necrofilia se convierte en un tema para riff y grito, como si el abuso y el dolor fueran solo parte del espectáculo. La idea de que la necrofilia se trate con un tono de morbosa normalidad refleja una insensibilidad alarmante hacia el sufrimiento real y perpetúa una cultura donde la violencia sexual es trivializada y celebrada.
Y, vamos a dejarlo claro: cuando la banda catalana Barbarian Swords canta sobre violar monjas, no es antirreligioso, es simplemente misógino. No es la iglesia la que está siendo atacada aquí, sino las mujeres. Estas letras no están cuestionando creencias o estructuras de poder, sino que están perpetuando la idea de que está bien usar la violencia sexual como forma de protesta, lo cual es una aberración. Las monjas son mujeres, no símbolos abstractos, y usar la idea de violarlas como «rebelión» es una excusa barata para difundir odio hacia las mujeres. Así que, por mucho que quieran parecer provocadores, en realidad sólo están perpetuando un discurso peligroso y completamente fuera de lugar. Ah, y tampoco están siendo creativos.
Ahora, si pensabas que esto era solo un mal momento en el metal, déjame presentarte a Ted Nugent (¡cómo no!) y su canción “Jailbait”. Porque, claro, ¿qué es el rock sin una canción que glorifica el acoso sexual y la predación? En esta pieza maestra del “buen gusto”, Nugent canta sobre una relación con una menor, normalizando el abuso y tratando el consentimiento de una manera tan ligera como una pluma. “Jailbait” nos recuerda que algunas leyendas del rock están tan desconectadas de la realidad que el consentimiento se convierte en una broma cruel. Si alguna vez te preguntaste cómo se siente vivir en un mundo donde el abuso es simplemente parte del entretenimiento, aquí tienes tu respuesta.
El cuerpo de la mujer: el juguete preferido del metal
Ahora, vamos al meollo del asunto: ¿por qué el cuerpo de la mujer se usa como objeto de dominación en el metal? El metal, como buen rockero que se respete, tiene una profunda necesidad de desafiar las normas y explorar lo oscuro, lo perturbador y lo tabú. Entonces, ¿qué mejor manera de hacerlo que usando el cuerpo de la mujer como un lienzo para la brutalidad y el abuso? Es como si el género estuviera diciendo: “¡Queremos ser disruptivos! ¡Y qué mejor manera que hacerlo a expensas de las mujeres!”
En el pasado, la violencia y la dominación en el metal tienen una historia que va más allá de la simple provocación. La misoginia en la música metal tiene raíces profundas en una cultura patriarcal que ha visto el cuerpo femenino no como un símbolo de vida y creatividad, sino como un objeto de control y poder. Así que, naturalmente, el metal, con su amor por todo lo extremo y macabro, se apoderó de esta tendencia. En lugar de desafiar el status quo, decidió simplemente reforzarlo, porque, claro, ¿por qué cuestionar el patriarcado cuando se puede glorificarlo?
Las portadas de álbumes con mujeres desmembradas y torturadas no son solo una forma de arte grotesco; son una afirmación de poder masculino y una manera de mostrar que las mujeres, en el mundo del metal, están allí para servir como símbolos de dominación. Si el metal fuera una galería de arte, las exposiciones serían una especie de museo del horror, donde el sufrimiento femenino se convierte en la pieza central. Las bandas como Deicide, con sus portadas que parecen salidas de una película de terror de serie B, no solo están buscando causar una reacción, sino también afirmar su desprecio por la dignidad y la autonomía de las mujeres. Es como si el abuso y la objetificación fueran parte de su carta de presentación.
¿Qué es la cultura de la violación?
La cultura de la violación es ese fenómeno encantador donde el consentimiento se convierte en una broma de mal gusto y la violencia sexual se normaliza hasta el punto en que se convierte en una especie de entretenimiento. Imagina que en una fiesta, alguien empieza a hacer chistes sobre cómo ignorar los “no” y te dice que “es solo una broma”, mientras todxs se ríen. Eso es la cultura de la violación: donde el consentimiento y el respeto se toman a la ligera y donde las mujeres son vistas como objetos para el placer y la dominación masculina.
Pero la cultura de la violación no es solo un fenómeno de letras de metal. Veamos cómo funciona en la vida real. Cuando la gente se ríe de bromas sobre violación, o cuando las películas de Hollywood tratan el consentimiento como una idea opcional, estamos alimentando este caldo de cultivo. Es como si dijéramos: “Oye, ¿sabes qué? Si no te atreves a decir ‘no’, no te preocupes, ¡nadie va a escuchar!”
¿Cómo se genera este caldo de cultivo?
El caldo de cultivo de la cultura de la violación se genera en parte por la trivialización del consentimiento y el respeto. En la vida diaria, cuando se minimizan los comentarios y comportamientos despectivos hacia las mujeres, se está contribuyendo a un entorno donde el abuso es normalizado. Por ejemplo, si en un entorno de trabajo alguien hace un chiste sobre acosar a una compañera, o si en un evento social se permite que se difunda la idea de que “lo que ella lleva puesto” es un consentimiento tácito, estamos perpetuando la cultura de la violación.
En la música, las letras que normalizan la violencia sexual crean un ambiente donde el abuso se trivializa. La idea de que el consentimiento es opcional y que la violencia sexual es entretenida se infiltra en la percepción pública. Si una banda canta sobre “conquistar” a una mujer a la fuerza, o si un artista glorifica el acoso, están contribuyendo a este entorno tóxico.
¿Cómo cctuar ante casos de cultura de la violación?
Así que, te estás preguntando: “¿Qué narices hago si me encuentro con esta cultura de la violación?” Bueno, en primer lugar, no te limites a hacer scroll en las redes sociales con un emoji de cara de horror. Aquí hay algunas ideas de cómo puedes actuar:
- Educa y dialoga: Sí, lo sé, la palabra “educar” puede sonar tan emocionante como ver secar la pintura, pero es crucial. Hablar sobre la cultura de la violación y la violencia simbólica con amigxs, familiares y en foros puede ayudar a crear conciencia y desafiar estas actitudes. Los diálogos abiertos sobre el consentimiento y el respeto pueden hacer que el metal, y la sociedad en general, sean más inclusivos. Porque, claro, discutir sobre el consentimiento es casi tan rockero como el mejor solo de guitarra.
- Apoya a las víctimas: Si conoces a alguien que ha sido afectadx por estas actitudes, apóyalx. No subestimes el poder de escuchar y validar la experiencia de alguien. También, apoya organizaciones que trabajan para combatir la violencia sexual y el abuso. Porque, a diferencia de las letras de metal, tu apoyo puede marcar una diferencia real.
- Desafía las representaciones: Si estás cansadx de ver a las mujeres representadas como meros objetos de dominación en el metal, únete a aquellxs que están tratando de cambiar esto. Exige más representación positiva y respetuosa en la música y el arte. Porque sí, el metal puede ser tan brutal y perturbador como quieras, sin necesidad de recurrir a la misoginia. ¿Quién dijo que no se puede ser perturbador y responsable al mismo tiempo?
- Promueve el cambio en la música: Apoya a las bandas y artistas que están comprometidxs con una representación más respetuosa y menos violenta de las mujeres. Porque, de nuevo: sí, el metal puede ser tan brutal y perturbador como quieras, sin necesidad de recurrir a la misoginia. Apoyar a quienes buscan hacer una diferencia es como encontrar el solo de guitarra perfecto en medio de una canción.
¿Se puede ser perturbador sin ser misógino?
La gran pregunta es: ¿es posible ser perturbador y desafiante en el metal sin recurrir a la misoginia y la violencia contra las mujeres? La respuesta es un rotundo sí. El metal tiene una rica historia de explorar lo oscuro y lo macabro sin tener que recurrir a la objetificación y el abuso. La clave está en cuestionar y desafiar las normas sin perpetuar estereotipos dañinos.
Las bandas pueden explorar temas perturbadores sin necesidad de utilizar la violencia sexual como una herramienta para impactar. La verdadera provocación y desafío vienen de cuestionar el mundo de manera profunda y significativa, no de glorificar el abuso. El metal puede seguir siendo un género que rompe barreras y explora lo oscuro sin tener que recurrir a la misoginia y la violencia simbólica. De hecho, hacerlo sería un verdadero acto de rebeldía y autenticidad, y un paso hacia un futuro donde la perturbación no esté ligada a la explotación y el abuso.
La catarsis en la música y la violencia simbólica
La música, en su esencia, es una forma de catarsis; nos permite explorar nuestras emociones más profundas y, en algunos casos, enfrentar aspectos oscuros de la humanidad. Sin embargo, cuando esta catarsis se convierte en una glorificación de la violencia y la misoginia, deja de ser un acto de liberación y se transforma en una celebración del abuso. La violencia simbólica en el arte no solo afecta a la percepción pública sobre la violencia, sino que también puede tener consecuencias devastadoras en la forma en que se percibe la realidad.
Así que, si quieres ser parte de una escena musical que realmente desafíe las normas y explore lo oscuro sin caer en la misoginia y la cultura de la violación, te toca a ti. El metal puede ser perturbador y agresivo sin tener que ser misógino. Es hora de que el género evolucione y deje de usar la violencia sexual como una herramienta de impacto. Después de todo, la verdadera fuerza del metal radica en su capacidad para ser disruptivo e impactante, sin sacrificar el respeto y la dignidad. ¡Rockea con responsabilidad!