RAMMSTEIN – 01/06/2019 (RCD Stadium, Cornellà)

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Los marciales Rammstein ofrecían en Cornellà (Barcelona) el único concierto, no en España, sino en el sur de Europa de la gira de presentación de su primer disco en diez años, «Rammstein». Motivo más que suficiente para que los berlineses agotaran con meses de antelación las entradas. Y es que las calles de la población del Baix Llobregat se inundaban de negro, la marea surgía de todas direcciones con el RCD Stadium como destino. 35.000 personas para presenciar una noche incendiaria. Literalmente.

 

Antes de que Rammstein salieran sobre las tablas solo un escenario imponente, con altas torres con apariencia de vieja central nuclear. Daba a todo el recinto un aire totalmente industrial. Música clásica con fanfarria y las primeras notas de «Was ich Liebe», de su reciente álbum. Y la primera explosión. La tormenta estaba a punto de desatarse mientras las torres escupían humo negro, convirtiéndose en extrañas chimeneas, hasta que el escenario quedó cubierto por completo. Con regusto a desfile militar y con la banda marcando el paso firmemente se desató la locura con el primer clásico de la noche: «Links 2 3 4». La comunión con el público fue total desde el primer instante. Porque, cómo no meterse al público en el bolsillo con cochecitos de bebé gigantes que se convierten en una barbacoa, con un cañón de aspecto casi espacial que escupe confeti, con una sucesión de llamas y pirotecnia, explosiones de todo tipo, cohetes que cruzan el estadio, arcos ígneos, ballestas que disparan cohetes y taques que lanzan llamas. Sin pasar por alto el habitual espectáculo en «Mein Teil» (ese tema que trata sobre la historia del conocido como «el caníbal de Rotemburgo»), en el que Till encarna el personaje de un carnicero que prende fuego al caldero en el cual está Lorenz. O el aspecto tan a lo Kraftwerk (igual que el espectáculo de luces LED, que convirtió a los alemanes en esqueletos) del teclista en su habitual cinta de gimnasio. O imposible  obviar el momento en el que interpretaron «Engel» con sus teloneras, las pianistas de Duo Jatekok, en la plataforma entre el público, de la cual volvieron al escenario en lanchas hinchables sustentadas por los asistentes. Para, una vez de vuelta a las tablas, seguir la fiesta lanzando al público un balón hinchable, que fueron pasando de mano en mano en un ambiente festivo. Y es que, Rammstein no es solo fuego, ostentación y ese halo marcial, es diversión y hasta comedia. Áurea militar que se combina con fluidez con auto parodia, con humor o connotaciones obscenas. Se mueven por diferentes registros, con el entretenimiento por bandera, y sin dejar de ofrecer un concierto sólido, en el que la energía ni mengua ni cesa, de una precisión milimétrica. De una disciplina militar en la ejecución pero rebeldía casi punki.
Tras cerca de dos horas de un buen repaso a su último disco especialmente, Rammstein terminaron de rodillas ante el público barcelonés en un gesto de agradecimiento, y desaparecieron alzándose en un balcón ascensor entre el imponente montaje. Y una última explosión, que ponía fin a una noche incendiaria, en todos los sentidos.

 

Tania Giménez
Tania@queensofsteel.com

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