CRÓNICA: «Lo esencial es invisible»… salvo cuando Saurom ilumina Zaragoza

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Hablar de un concierto de Saurom es hablar sobre como te brillan los ojos, como las palabras arrancan sonrisas y derraman lagrimas, hablar de sentimientos y con el corazón.

Las cosas del destino hicieron que el primer concierto de Saurom de esta nueva gira de su disco » El Principio » al que he asistido, haya sido en Zaragoza, el pasado Viernes 3 de Octubre, y después de tres horas de viaje os cuento lo que fue.

En plenas fiestas del Pilar de Zaragoza, ajenos a todo lo folklore, a las puertas de la sala Oasis se reunían un buen grupo de gente a la hora de la apertura de puertas. Y aunque el GPS me la estuvo jugando, haciéndome dar vueltas inútiles cuando la sala la tenía a tres pasos del parking público, conseguí llegar hasta allí.

Dentro se reunía ya una buena cantidad de gente, en una sala bastante pequeñita, con un escenario semicircular y mas hondo que ancho.

Pantallas a ambos lados de la sala, colocadas en los muretes de un palco, donde se proyectarían las imágenes que estamos acostumbrados a ver de fondo tras ellos y que desgraciadamente pasaron desapercibidas durante todo el concierto, pues lo importante lo teníamos delante.

Una hora después de la apertura y con la sala ya bien apretadita, se reproduce la intro de su nuevo disco, dando paso a los miembros de la banda entre aplausos y vítores. En este formato más reducido no tenemos la oportunidad de tener la gran producción que están llevando esta gira, ni a Elisabeth Amoedo para que nos pueda cantar la que está siendo su primer tema de su setlist, así que se ve un poco modificado y nos brindan «El Principito», seguido de «Irae Dei», temón del que casi fue el disco más criticado de la banda «Maryam» pero que a mi me pareció una auténtica obra maestra.

«La hija de las Estrellas», «Músico de Calle»… no hizo mucha falta hacer entrar al público en calor, porque ya desde el principio el público estaba más que entregado, saltando y cantando.

«No seré yo» que se está convirtiendo en un nuevo himno de la banda», «Baobabs» , «Soñando contigo» y «Cuando nadie nos ve» entran en ese bloque mas sentimental de la banda, que como bien Migué nos explica, igual nos hacen saltar y bailar que poner los pelos de punta y sacarnos la lagrimita.

El escenario chiquito se hacía bien grande con ellos encima, totalmente coordinados, tenían espacio suficiente para saltar, bailar y cambiar de posiciones para que todos pudiéramos disfrutar de sus coreografías, sus gestos, sus risas y hasta los característicos besos de Joselito a cada uno de los miembros de la banda. Seguro que algún día lo veremos también besando a Santi y Antonio que como siempre, ocupan su posición en tarimas a un poco más de altura y que esta vez, desgraciadamente se ocultaban tras el humo que rellenaba continuamente el escenario.

No se dejaron por tocar «La Llorona», esa canción tan versionada de la que al final ni se sabe cual es su origen, pero que el retoque que la ha hecho la banda ya sido una de las mejores que vamos a poder escuchar en mucho tiempo, seguro.

«Todo en mi vida» casi hace el silencio en la sala, pues quedamos todos embobados aunque Migue pidió casi que la cantáramos con él.

Pasada la hora y media de concierto, aunque parecía que llevábamos cinco minutos, se acercaba el final. Ante la insistencia del público por que tocaran «Tom Bombadil», y aunque intentaban excusarse de no habérsela preparado y no estar en el reportorio, Migue agarró el violín y se lanzaron a ella entre risas.

Siguieron también de su último disco «El Rey que no sabía mandar», y la traca final la sacaron con «El Carnaval del Diablo», un divertidísimo y diferente circulo jugar, donde al abrir el circulo, uno de los asistentes al concierto, se puso a hacer mortales y piruetas que fueron alabados por todos los asistentes de la sala (esta gente de Zaragoza si que sabe montase una buena fiesta en el público). «Fuego», «Noche de Halloween» y «La Taberna» despedían a los gaditanos de las tierras mañas, como siempre, entre ojos brillantes, sonrisas de oreja a oreja y un muy, muy, buen sabor de boca por otra impecable actuación.

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