CRÍTICA: MORAX – The Amulet

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MORAX es el proyecto del músico noruego Remi André Nygård, quien se encarga de todo el proceso por sí mismo en un disco más tradicional de lo que nos tenía acostumbrados, aunque manteniendo ese componente oscuro y malévolo. El álbum se abre con el tema título, «The Amulet», una intro de menos de dos minutos, oscura y pomposa, épica y de claro influjo de los 80, que da paso a «Belial Rising», con unos riffs oscuros de sonido primitivo y underground, riffs sin espacio, electrificados y punzantes, acompañados de una voz agónica con un toque oscuro narrativo, pero que también se melodiza con estrofas y estribillos muy épicos, al estilo power metal de los 90. Los solos, clásicos y llenos de sentimiento, son parte integral del tema.

A continuación, llega «A Thousand Names», con un estilo muy metálico, al máximo, con todos los ingredientes del clasicismo. Comienza con riffs iniciales distorsionados y con un sabor 80s, mientras que la voz adopta una modulación más melódica, también influenciada por los 80, y alterna entre melodías en las partes melódicas y momentos más punzantes en las secciones metálicas. Es uno de esos temas que enganchan desde el primer momento, con unos solos cautivadores, doblados y entrañables.

Con «Seven Pierces Heart» tenemos un tema largo de 8 minutos, más paisajista y oscuro, con un inicio doom acompañado de efectos de campanas fúnebres. Se desarrolla riff a riff con lentitud y densidad, punteos cortos y pausas, creando un tema sabbático, proto-metal, sin muchas variantes, salvo una aceleración caótica y salvaje hacia el final. La voz se torna esquizofrénica y oscura, hasta llegar a un final tranquilo.

Del mismo estilo son «Inverted Church» y «Phantom Sleeper», aunque estas no son tan doom. Mantienen golpes de riffs, pero se acercan más al sonido de los Sabbath de los 80: sinuosos pero potentes. La voz tiene una influencia proto-oscura de los 70, con toques de NWOBHM y momentos más ambientales e incluso cósmicos. Por otro lado, con «The Snake», se van al extremo más speed, rozando el thrash, con riffs salvajes, sin espacios, violencia y actitud. Quizás la voz podría transmitir más sentimiento thrash, pero lo compensa con ese misticismo y oscuridad. Los solos son hiper rápidos, con mística y épica poderosa.

El disco cierra con «The Descent», un tema de 7 minutos en formato doom ballad, lleno de sentimiento y una atmósfera única. Riff a riff, pesado y adornado con punteos melódicos oscuros, el tema se mueve entre pasajes de cabalgadas sónicas épicas y momentos relajantes, con subidas in crescendo y solos amplios y alargados.

En definitiva, es un buen disco que combina sonidos entre el underground, el proto-metal y el clasicismo, todo con una fuerte dosis de épica.

High Roller Records (2025)

Puntuación: 7/10

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