CRÍTICA: DEMON BITCH – Master of the Games
Los americanos Demon Bitch logran un sonido muy particular, que bebe tanto del USPM como de Mercyful Fate (en especial en las voces). Fueron fundados en Detroid en 2011, por parte del vocalista Logon Saton, los guitarristas Solon Saton y Lord Mars, el bajista B. Beastmaster y el batería Drummer Master Commander. Excepto Beastmaster, el resto también forman parte de White Magician: otro grupazo, cuyo Dealers of Divinity (2020) suena a la perfecta mezcla entre Blue Öyster Cult y NWOBHM.
Debutaron en 2014 con su EP Death is Hanging… y, dos años más tarde, publicaron una auténtica joya moderna del nivel de Hellfriends. Ocho años después de estrenarse con esta obra maestra de larga duración, de la mano del sello Gates of Hell Records nos sorprenden con este Master of the Games, que sale hoy al mercado y desengranaremos a continuación.
Empieza el elepé con el sintetizador de la instrumental Beyond the Pillars, que nos evoca las clásicas novelas caballerescas, con esa fogata acompañando la guitarra acústica. The Quickening le sigue atronadora, con las guitarras eléctricas y la percusión completamente desatadas. Encajan a la perfección con la teatralidad que refleja la voz de Logon. Es palpable asimismo una mayor apuesta por el sintetizador de Lord Mars a lo largo del disco, como elemento para reforzar la atmosfera.
Seguimos con la homónima Master of the Games: el segundo de los sencillos promocionales que sacaron. Tiene sus partes más taimadas, en especial en el emotivo chorus y a partir del ecuador de la canción, si bien mantiene esa energía característica. Finaliza con un glorioso intercambio de solos por parte de las guitarras de Mars y Solon Saton.
Not of the Cruciform prosigue con esa clara progresividad, dentro del USPM característico. Tengo la misma sensación de montaña rusa continua en su música que tenía en su debut y eso es algo que se agradece, dentro del sinfín de bandas que prefieren usar fórmulas habituales ya desgastadas. Salvando las distancias, me recuerda en cierta manera a pioneros como Crimson Glory o Fates Warning.
Nuevamente el sintetizador y un riff guitarrero que rezuma epicidad nos presentan Protector and the Horse: quizás de mis favoritas del elepé, si bien con tanta calidad es algo sumamente difícil de escoger. Llega la hora del primer anticipo que nos ofrecieron, Into the Archway, como siempre con un trabajo a las seis cuerdas encomiable y esos alaridos estilo King Diamond. Se nota una evidente mejora en la producción que, si bien no es tan cavernaria, mantiene la esencia de su propuesta musical.
Una trallera percusión da comienzo a Sentinel at the Spire: la composición más extensa que encontramos aquí. Aunque esta grabación tenga una duración que supere en diez minutos a su debut, en ningún momento el oyente se aburre. Son evidentes los matices progresivos, en esta joya que rezuma epicidad.
Se presenta misteriosa la torre de Tower of Dreams, con una introducción casi medieval. Podemos escuchar de manera palpable ciertas influencias neoclásicas, como en el Nosferatu de Helstar, a la que se suma la operática voz. Toca despedirse por todo lo alto con Soldiers of Obscurity. Medio tiempo solemne, con una cadencia que recuerda al vals clásico, sin llegar a convertirse en otra power ballad. El último minuto y medio cuenta con una breve y preciosa parte acústica, antes de desembocar en otra batalla guitarrera.
Logra superar su anterior Hellfriends? Solo el tiempo y las escuchas repetidas podrán dictar veredicto, pero desde luego que estamos delante de un firme candidato a mejor álbum del año. ¡Qué ganas de verlos en directo el año que viene, durante el festival griego Up the Hammers!
Gates of Hell Records (2024)
Puntuación: 9,5/10.