ARTÍCULO: El curioso caso de los Metal Bros y su Aprobación No Solicitada
Dentro del fascinante y a veces desconcertante universo del metal, existe una fauna peculiar que se puede identificar por su camiseta negra (probablemente de alguna banda cuyo logo parece una pila de ramas enredadas o bien una película de ciencia ficción de los años 80), su airada pose de experto, y su irrefrenable necesidad de validarnos. ¿Quiénes son? Los Metal Bros, esos hombres que sienten la obligación de darnos su bendición, aprobación o, peor aún, su educado desacuerdo cuando nos atrevemos a opinar sobre una banda de metal.
Imagina la escena: estás en un bar, tu banda favorita está por empezar a tocar, y mientras conversas con tu grupo de amigxs sobre el último álbum de Sabïre, aparece el Metal Bro de turno. Con la convicción de un mesías que ha venido a redimirte de tu ignorancia musical, se inclina hacia ti y te pregunta con una ceja levantada: “¿De verdad te gusta Sabïre? ¿Pero te has escuchado su primer álbum? Porque eso sí que es metal de verdad.”
El pobre, en su inocencia, no comprende que no estás ahí para su aprobación. No, en serio. No la pediste. Pero ahí está, derramando su sabiduría como si fueras una pagana que necesita ser iluminada en el oscuro y brutal sendero del metal.
¿Por qué lo hacen?
Ah, la pregunta del millón. La razón de ser de este comportamiento tiene raíces profundas en el patriarcado y el machismo cultural que, sorpresa, no se esfuma cuando se meten dos guitarras distorsionadas y un doble bombo. Tradicionalmente, el metal ha sido un espacio dominado por hombres, en donde la presencia femenina (y de otras minorías) ha sido constantemente cuestionada, sexualizada o, como en este caso, condescendientemente aprobada.
El Metal como Microcosmos del Patriarcado
El fenómeno del «Metal Bro» no es más que una manifestación dentro de un microcosmos patriarcal que refleja las mismas estructuras de poder que se encuentran en la sociedad en general. El patriarcado, que sostiene que los hombres son los portadores legítimos del conocimiento, y por lo tanto, los únicos autorizados para impartirlo, se materializa en estos espacios en donde los hombres asumen el papel de guardianes de una cultura que consideran suya por derecho. En este caso, la cultura es el metal, y el conocimiento que creen poseer les da un sentido de poder que se ve desafiado por la presencia de mujeres.
Este comportamiento se basa en la creencia profundamente arraigada de que las mujeres necesitan la validación masculina para que sus intereses y opiniones sean legítimos. Es una extensión del control que los hombres ejercen sobre el acceso y la participación en cualquier espacio cultural, donde su conocimiento se convierte en una herramienta de dominación.
El Mansplaining como Herramienta de Control
El mansplaining, ese fenómeno universal en el que un hombre le explica algo a una mujer de manera condescendiente, está más vivo que nunca entre los Metal Bros. Para ellos, el metal no es solo música; es un estilo de vida, una identidad, y qué mejor forma de afirmarla que cuestionando a cualquiera que ose compartir su pasión sin haber pasado por su riguroso filtro.
Este patrón de comportamiento no es solo una cuestión de ignorancia o malentendido, sino una estrategia consciente o inconsciente de reafirmar su posición de poder. Al corregir o cuestionar a una mujer en estos contextos, el Metal Bro no solo intenta demostrar su superioridad, sino también restablecer el orden de género tradicional, donde la autoridad y el conocimiento son prerrogativas masculinas. Así, el mansplaining en la escena metalera funciona como un mecanismo de exclusión que intenta disuadir a las mujeres de participar plenamente en la cultura del metal.
La Inseguridad Masculina y la Amenaza de la Competencia Femenina
Pero seamos honestas, también hay un toque de inseguridad en esta actitud. El Metal Bro necesita asegurar que su territorio está a salvo, que sigue siendo el macho alfa en el grupo, y que su conocimiento, por supuesto, es superior. De algún modo, nuestra mera presencia en estos espacios representa una amenaza. Porque si sabemos tanto como ellos, o peor aún, más que ellos, ¿dónde queda su poder?
Este tipo de comportamiento también puede interpretarse como una reacción defensiva ante el avance de las mujeres en esferas que históricamente han sido dominadas por hombres. La creciente visibilidad y competencia femenina en la escena metalera pone en tela de juicio la hegemonía masculina, provocando que algunos hombres sientan la necesidad de reafirmar su estatus mediante la deslegitimación de la presencia femenina. Así, la aprobación no solicitada actúa como una barrera simbólica que intenta proteger un espacio que sienten que se les está arrebatando.
Cómo manejar la situación
Entonces, ¿cómo responder ante la bendición no solicitada del Metal Bro? Aquí algunas estrategias:
- La Sargento de Hierro: Responde con un hecho tan contundente y técnico que lo dejes sin palabras. “¿No me digas? Pensé que el cambio de tempo en el segundo solo de guitarra era un guiño evidente a la influencia de Stravinsky en la escena post-metal.” Aquí te arriesgas a una mirada perdida y quizás un “bueno, sí, claro…” mientras intenta no ahogarse en su propia confusión.
- La Filosófica: Pregunta con toda la seriedad del mundo: “¿Por qué te sientes con la necesidad de validar mis gustos? ¿Es acaso un reflejo de la sociedad patriarcal que nos ha enseñado que las mujeres necesitamos aprobación masculina para disfrutar de nuestras aficiones?” Esta táctica suele ser efectiva, especialmente si la acompañas con una mirada inquisitiva.
- La Humorista: Responde con humor y sarcasmo: “Gracias por tu aprobación, no sé qué habría hecho sin ella. Ahora por fin podré dormir en paz sabiendo que mi gusto musical es válido.” A veces, reírse de la situación es lo más liberador.
- La Headbanger Despiadada: Simplemente ignóralo y vuelve a disfrutar del concierto, porque honestamente, ¿quién necesita esa energía? Saca tu air guitar y sigue dándolo todo en el pogo.
El futuro del metal es inclusivo
Pero no todo es doom y gloom. Aunque los Metal Bros sean una realidad, también lo es el creciente número de mujeres, personas no binarias y otras minorías que están tomando el control de sus espacios dentro de la escena metalera. Las bandas lideradas por mujeres y la visibilidad de músicxs no binarixs y queer están demostrando que el metal no es propiedad de nadie, y mucho menos de los guardianes de la ortodoxia.
El metal ha sido, y siempre será, una música de resistencia, de rebeldía contra el sistema. Es irónico entonces que dentro de un género tan contracultural, persistan actitudes tan arcaicas y conservadoras. Pero ahí está la magia: la resistencia también viene de adentro, y quienes creemos en una escena más inclusiva, diversa y libre de condescendencias seguiremos luchando, con nuestros chalecos llenos de parches, y nuestras opiniones sin filtro.
Reflexión Final: El Patriarcado en la Escena Metalera
En conclusión, queridos Metal Bros, si de verdad queréis ser true, dejad de lado la necesidad de aprobar o validar nuestros gustos. Porque el metal, como la vida, es más divertido cuando todxs, sin importar su género, orientación o identidad, pueden disfrutarlo sin ser juzgadxs. Y sí, puedes seguir siendo brutal sin ser condescendiente. Keep it metal, pero con un poco más de igualdad, ¿no?
Y ahora, a seguir rockeando.