WINDHAND + PILGRIM – Sala Rocksound (08/11/2013)

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«Misery Wizard» todo un discazo, y el más reciente y rockero «Soma» también, y en mayúscula. Dos obras aplastantes en todos los sentidos. PILGRIM y WINDHAND. Doom Metal en estado puro, aunque dos formas distintas de verlo, entenderlo y descargarlo al mundo. ¿Y los dos grupos yanquis en un mismo cartel? Una de esas giras con las que los de la Península solemos soñar. Y solo soñar, porque aquí hay pocos promotores que se arriesguen a traer a una banda con la que todos van a disfrutar, pero no llenar sus bolsillos en demasía. Afortunadamente Twin Souls acercó esta gira a la Ciudad Condal en una de sus tres fechas en el estado español.

Acudimos puntuales a nuestra cita con el Doom, tal es así que al llegar a la Rocksound vimos que el concierto se había aplazado alguna hora. Se abrieron puertas con puntualidad (a la hora re-estipulada), y los tortosinos MEMEST (los teloneros en Barcelona) abrían con puntualidad la velada mientras presentaban en sociedad su álbum debut, «Lucky Dead Man». Tengo que reconocer que aquel fue mi primer encuentro con los de Tortosa y su Stoner pero, a pesar de la frialdad (y todavía escaso) público, se marcaron un concierto más que correcto y con un estilo dinámico, ideal para entretener al público e ir caldeando el ambiente. Dejaron caer temas como «Void», de los más desenfadados y rápidos y otros cortes con más esencia rockera. Buen concierto de MEMEST, con honestidad y Rock, y muy buen arranque para esa suculenta noche.

 

Tras un veloz cambio de backline llegaba el turno de uno de los platos fuertes de la noche. PILGRIM, los jóvenes doomsters de Rhode Island hacían gala de presencia sobre el escenario sin hacer demasiado ruido… Hasta que la guitarra atronadora y esa norme distorsión empezaron a apoderarse de nuestros sentidos, a machacar nuestro tímpanos sin compasión como una verdadera apisonadora, afinando las cuerdas en un tono bajo casi absurdo.

Sin necesidad de intercambiar demasiadas palabras, fueron cayendo uno a uno trallazos como «Astaroth» o la mastodóntica «Misery Wizard», a veces evocando el recuerdo de formaciones compatriotas como THE GATES OF SLUMBER y ramalazos a lo SAINT VITUS. Sonido dinámico y tradicional a partes iguales el del trío estadounidense. Y es que, sobre una base clásica, si algo han dejado claro PILGRIM con su debut es que saben darle a todo su propio toque, y esa personalidad y esencia única supieron transportarla al directo con una gran facilidad. Contrastes que estuvieron presentes y fueron palpables en todo momento, al igual que la atmósfera oscura y de inspiración medieval, congregando su irrompible muro de sonido con interesantes y distinguibles melodías. Tampoco faltaron cortes como «Adventurer» para terminar de llevar al público, ya abundante y entregado a todo un conciertazo que se estaban marcando PILGRIM, a un trance casi absoluto. Concierto impecable en todos los aspectos. Descargaron todas sus canciones con total devoción y energía, pero sin pausas, sin respiros, sin palabras. Pero no les hicieron ninguna falta.

 

Y mientras el aroma a incienso impregnaba la sala, que se apreciaba cada vez más poblada, las huestes de WINDHAND se subían al escenario. Eso sí, pocos días antes nos enterábamos de que sin uno de sus guitarristas, Asechiah Bogdan, que había sufrido una trombosis (afortunadamente ya recuperado de ella), por lo que tuvimos que disfrutar de la banda como cuarteto. Eso no pareció ser en absoluto un inconveniente para ellos ya que, aunque PILGRIM se lo pusieran muy difícil, no empañaron su actuación. Ni tan solo el hecho de llevar solo una guitarra le resto un ápice de densidad o redujo parte de su sonido fanganoso. Sonaron aplastantes, a veces como una versión más densa y distorsionada de SABBATH. Por si el buen sonido no fuera poco, además WINDHAND lograron hacer de su concierto una ceremonia, un ritual. Supieron crear una atmósfera misteriosa y eso, junto a su «fuzz» y ritmos repetitivos, como eternos mantras, lograron hipnotizar al público con total facilidad, que se conjuró en una especie de ritual de headbanging al unísono, sin pausa. Y en todo ello jugó un papel importante el profundo y enorme eco en la voz de Dorthia (totalmente metida en la interpretación de los temas), sin dejar de resonar en ningún momento, como si viniera de otro plano. La intensidad de su actuación no bajó en ningún momento, ni en lo musical (con un sonido tan grueso que lograron crear un ambiente asfixiante, casi claustrofóbico) ni en la interpretación de cada uno de los componentes de la banda. Energía y honestidad hacia lo que hacen fue algo que se notó a la legua del primer al último riff, de esos tan pesados que parecían hacer temblar hasta nuestras tripas.

Dentro de su repertorio nos regalaron temas como «Orchard», «Winter Sun» o «Feral Bones», mientras que se guardaron un par de pistas, entre ellas «Amaranth», para los bises, para acabar de sumirnos en un trance y llevarnos al final del viaje en el que nos habían embarcado sin previo aviso. Al igual que PILGRIM, WINDHAND llegaron y se marcharon en silencio, sin llamar demasiado la atención. No perdieron el tiempo en saludos o agradecimientos, solo llegaron y descargaron su Doom sin miramientos ni concesiones, sin piedad.

 

Ceremonia en la que MEMEST nos mostraron su potencial y la calidad del producto estatal, PILGRIM dieron toda una elección de profesionalidad y tablas, y finalmente WINDHAND nos mostraron algo prácticamente espiritual, hicieron un ritual a través del cual llegamos a su mundo. Por aquí hacen falta más noches como esta.

 

Tania Giménez

tania@queensofsteel.com

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