«The Wild Hunt». El nuevo disco de WATAIN que me ha quitado el sueño. Literalmente. Pocas horas de descanso pensando cómo intentar describir uno de los discos más completos que he escuchado últimamente, escribiendo la introducción de esta reseña y buscando las palabras adecuadas en mi mente constantemente. Días leyendo opiniones en foros, críticas… Horas y horas escuchando una y otra vez este álbum, sin pausa, descubriendo cosas nuevas con cada reproducción, y así hasta parecer convertirme en adicta a este álbum. Es de las pocas veces que, antes de hacer una reseña, habré escuchado el disco durante 3 días seguidos, quizás una quincena de veces y, aún así, empezar esta crítica me parece una ardua tarea por innumerables razones.

Más de una quincena de escuchas, atentas, sin distracción, totalmente devotas, como si cada reproducción se tratara un ritual… Y, tras leer que alguna gente compara momentos de este álbum, o alguna señas del grupo sueco, a formaciones como METALLICA, SLAYER, FIELDS OF NEPHILIM o MAYHEM (no niego la influencia de algunas de estas formaciones, pero las comparaciones son algo muy distinto), me hacen creer que no he entendido absolutamente nada de la música ni del espíritu de esta obra. Pero allá vamos.

El trabajo todavía no ha salido a la venta en nuestro país y la polémica que ha causado este «The Wild Hunt» no ha sido poca, incluso muchos acusando a la banda de haberse vendido o haberse traicionado así misma. De lo contrario, yo concibo esta nueva placa de forma completamente distinta. WATAIN siempre han sido honestos consigo mismos y con su visión, y sigue siendo la misma, incluso se refuerza en un disco como este, progresivo, arriesgado, variado, demostrando que tan solo llevan más allá esa visión inicial, preocupándose únicamente de lo que ellos quieren y sienten, guiados tan solo por la inspiración de su crecimiento espiritual. Es más, siempre he visto su música como algo más que simple música, como una extensión y forma de plasmar esa dicha espiritualidad, de conectar con sus oyentes en un contexto mágico. Y esa honestidad es algo que creo ha quedado más que claro durante sus 15 años de trayectoria, posiblemente por ello sean una de las bandas más respetadas dentro del género. Pero, volviendo al tema, en «The Wild Hunt», si lo vemos como esa comunicación mágica, podríamos decir que WATAIN han pasado de la Iniciación a la Iluminación, o de la Magia Baja a la Magia Alta, tras un trabajo y progreso constante, siempre llevándolos a otro nivel, sin dejar de crecer. Y, hasta la fecha, la cúspide de ese crecimiento y evolución se plasma en su nuevo compacto.

El disco da comienzo con «Night Vision», una pieza instrumental con una larga intro que va, poco a poco, sumergiéndote en el mundo de WATAIN y en el estado de ánimo adecuado para escuchar y apreciar completamente esta obra como se debe: como un todo. Una atmósfera sombría que, tras esa larga introducción, da paso a una instrumentación metalera. Un tema que define bien a la formación sueca, con un sonido y ambiente reconocible, tremolo y esa cuidada composición que te absorbe por completo. Tras este corte instrumental llega el turno de «De Profundis», otra pista de puro Black Metal 100% WATAIN, con unos riffs marca de la casa y esos efectos vocales con un tremendo eco que evocan cierto aroma HELLHAMMER. Una canción devastadora y primitiva, en algunos momentos casi caótica, a la vez que melódica y casi pegadiza, con una producción de un gran regusto 80s/90s. De hecho la producción de la banda, o el sonido que se consigue en los Necromorbus destaca precisamente por ese sonido clásico y natural a la par que claro.

«Black Flames March» entra con épica y frialdad a partes iguales, con un sonido enorme, majestuoso, casi místico. Un versátil medio tiempo que nos avisa de la diversidad de este nuevo trabajo de WATAIN. Tras el, «All that May Bleed», donde unas guitarras de raíz Heavy dan la bienvenida, también nos da pistas de algunos de los elementos nuevos que podemos encontrar en este redondo, como unos riffs muy clásicos y directos, entre el Heavy y el Rock n’ Roll (de hecho las cuerdas son la mejor parte, y la parte protagonista, de este cuarto título), pero también de muchas inspiraciones Thrash Metal. Una pista pegadiza, podríamos decir que incluso directa, con mucho groove y una interesante melodía. Y a partir de aquí todo empieza a mejorar, a tener todavía más personalidad. A partir de aquí es cuando realmente nos percatamos que, dentro de unos años, quizás veamos este disco como el que marcó una transición en el grupo de Uppsala. Las guitarras de raíz Heavy Metal tan clásicas se extienden hasta la siguiente canción, «The Child Must Die», un exquisito medio tiempo atestado de oscuridad.

Y aquí es cuando llega la verdadera polémica bajo el título de «They Rode On» (para entender el cambio tan solo hay que prestar atención a la letra), la canción que ha logrado captar la atención de absolutamente todos los oyentes y que tanto está dando que hablar. La primera balada en la historia de WATAIN. Ya de por sí algo sorprendente, sin duda, pero aún más sorprendente que sea la primera vez que escuchamos voces limpias (durante toda la canción) por parte de Erik Danielsson, en algunos momentos del épico tema de más de 8 minutos haciendo dúo con una vocalista femenina, eso sin mencionar las guitarras acústicas. Tanto voz como el increíble trabajo de guitarra, con interesantísimos solos, se funden en una perfecta comunión. Una canción épica en la que no esconden sus influencias, invocando los espíritus de Jon Nödtveidt y Quorthon, aunque personalmente, especialmente al principio, encuentre ramalazos muy Neofolk y pinceladas a lo Nick Cave o FIELDS OF THE NEPHILIM. Fuera como fuere, bajo el título de «They Rode On», se esconden los WATAIN más maduros, así como la composición más elaborada y mejor desarrollada del disco, o quizás incluso de su carrera musical. Un tema brillante, acústico al inicio para terminar como una verdadera balada de Metal eléctrica, emocional y sombría. Por otro lado, la letra de esta canción es de las más personales, mostrando unos WATAIN más abiertos que nunca, explicando el por qué de este tema tan distinto y de algunos de los nuevos ángulos tomados en este redondo. Quizás algunos crean que no encaja con el resto de la obra y, ciertamente, destaca por ser absolutamente diferente pero, lejos de cortar la fluidez del álbum, realza el sentimiento que crea en el oyente, sumiéndole en una especie de trance en el que WATAIN logran llevarlo a dónde quieren. A estas alturas del disco los suecos ya han conseguido que uno olvide dónde está, pierda toda noción de tiempo y se sumerja únicamente en la magia de «The Wild Hunt». Haciendo su propia alquimia, encontrando fácilmente la piedra filosofal. Una canción que parece que te da dos opciones: seguir disfrutando del viaje o bajarte inmediatamente del tren si no estás listo para el resto del trayecto.

El sentimiento no, pero sí el ritmo cambia por completo con la frenética «Slepless Evil». Sencillamente aplastante. Arrasa con todo a su paso sin piedad, sacando a esa bestia que son los WATAIN que todos conocemos. Y los nuevos elementos, el lado de WATAIN más arriesgado y experimental vuelve con la canción que da nombre al disco, «The Wild Hunt», un denso medio tiempo (siguiendo la línea de sutil recuerdo Doom en algunos instante de su antecesor) con cantos de aire ritualístico, voces limpias por segunda vez y narraciones. Sin duda, mucha variedad vocal y mucha importancia a los momentos instrumentales, también con sitio para la guitarra española, ¡incluso para un solo de guitarra española! Y tras este pesado corte, más exploración con «Outlaw», dando comienzo con un sonido muy étnico, tribal para después convertirse en otro ataque arrollador de puro Black Metal primitivo y veloz, aunque no faltan esos toques más rockeros o incluso Punk que tanto me gustan de WATAIN, jamás temiendo mostrar sus influencias. Una de esas canciones que muestra que, a pesar de ser «The Wild Hunt» su disco más elaborado, variado y rico, también tiene un sentido muy directo, con una esencia muy rockera. Un tema muy personal, con interesantes contrastes.

Bautizado como «Ignem Veni Mittere» nos encontramos con la segunda canción instrumental de este plástico (y sigue la estela de «Night Visions», la cual nos introduce en este álbum). Momentos acústicos y momentos eléctricos imperiosos y en ocasiones casi rimbombantes a pesar de su sencillez que, en más de 4 minutos, logran reafirmar, solidificar y realzar la atmósfera que envuelve todo este disco antes de llegar al final con «Holocaust Dawn». Un as bajo la manga que vuelve a sacar a la luz estos WATAIN que se salen de su zona de confort. Lo hacen con una base musical totalmente reconocible como WATAIN pero, al mismo tiempo, añadiendo sobre ella detalles como momentos de sonoridad casi circense o pasajes acústicos, evocando el recuerdo de una orquesta, que se confunde con furiosos blastbeats y, en general, con un corte que en algunos pasajes puede resultar caótico. Caos, una nueva fórmula para ellos y que les funciona muy bien, especialmente para crear algo más extremo en contraste con esa reencontrada melodía que habita en esta placa, así como interesantes contrastes que hacen la obra y la escucha más rica. Muchas veces he comparado a WATAIN con VON, y no por su música, sino por el efecto de esta, por esa facilidad que tienen de, a través de distintas recetas musicales, crear un mantra y conseguir prácticamente sumirte en un trance. Y en algunos momentos de temas como este último «Holocaust Dawn» podemos encontrar algo de eso.

No hay duda, WATAIN están en otro punto de su carrera, en otro nivel. Han hecho cambios, está claro, han añadido ingredientes nuevos a su firme y sólida base musical, manteniéndola reconocibles y solidificándola aún más, haciendo todavía más obvio que su música tiene que percibirse con todos los sentidos y no solo con el oído, que hay que valorarla como un todo (de hecho el vínculo entre el título del álbum, el mito folclórico de la Cacería Salvaje, su música, sus letras y el artwork, lleno de simbolismo, están fuertemente unidos), de lo contrario, es imposible apreciar en su justa medida un trabajo tan elaborado como este. Elaborado pero, como decía antes, también directo y, sobretodo, construido sobre unos cimientos enorme y claramente rockeros, rezumando honestidad de principio a fin.

 

Estamos ante su obra más madura y completa y, desde mi punto de vista, ante su mejor obra. Fascinante. Con los cambios está claro que las opiniones van a estar divididas, muy divididas (y será un disco que dará aún más que hablar), especialmente entre sus seguidores más acérrimos, pero WATAIN han roto algunas barreras musicales para hacer más amplia y exacta su visión y así poder alcanzar su objetivo, más fieles a sí mismos que nunca y sin miedo, seguros. Y, si algo está claro, es que «The Wild Hunt» es uno de esos discos que crece con las escuchas, con los que, a cada reproducción, encuentras detalles nuevos… Como con cualquier buen álbum que mira más allá, y que a su vista lo siguen sus pasos firmes, sin titubeos.

 

Century Media (2013)

Puntuación: 9/10

Tania Giménez

tania@queensofsteel.com

1 pensamiento sobre “WATAIN – The Wild Hunt

  1. Muy buena reseña, una reseña tan completa como el disco del que hablas. Yo también colaboro en un blog (Intro-Blog colectivo de música), y ya prometí que la reseña de Watain sería mi última reseña. Es un disco del que todavía la gente no se ha dado cuenta de su enorme magnitud y trascendencia, ni siquiera de sus letras. Ellos saben que hab´ran fans que lo critiquen, pero me hacen gracia los puristas, pues el \»purismo\» del Black Metal es aqel que se aferra al clásico sobrevalorado \»De Mysteriis Dom Sathanas\» de Mayhem, cuando esta banda editó un disco muy arriesgado mejor que aquél, llamado \»Ordo ad chao\» o que en aquella época Burzum y Emperor experimentaron mucho más que Mayhem con su música y eran, para ser HONESTO, mejores que Euronymous. Los puristas pues, deberán recordar que los orígenes del Black Metal no es la \»segunda ola\» noruega que tanto siguen bandas suecas y noruegas (Dark Funeral, Marduk Gorgoroth, Carpathian Forest, 1349…) sino las bandas Hellhammer (luego Celtic Frost, luego Triptykon, respecto a este último Watain ha aparecido con unos símbolos que también los usó Triptykon para su disco \»Eparistera Daimones\» y provienen del libro Goetia, la clave menor de Salomon \»Ars Goetia\»), Slayer (especialmente sus discos \»Hell Awaits\» y \»Show No Mercy\») Venom (¿habrá que recordar a los \»puristas\» de dónde viene la palabra Black Metal? pues sí, de un disco de Venom), Mercyful Fate, y, cómo no, los legendarios Bathory…(en mi reseña reivindicaré un mítico disco de Bathory cuya portada y temática guarda relación con el \»The Wild Hunt\» de Watain, y no es otro que \»Blood Fire Death\» (y si no mirad la portada del disco de Bathory, sí, es una representación de la \»Caza Salvaje\»). Es en Bathory donde se deben fijar los puristas, y no en las bandas \»taladro\» clones de Mayhem o Darkthrone, incluso estas dos bandas también mutan y no sacan dos discos iguales…Si también tiene como influencias a Fields of The Nephilim deduzco que el Post Punk británico (y no británico) les influyó mucho (como han reconocido Paradise Lost y Moonspell). Como dices, para terminar, este disco puede que sea el primer disco de \»Black Metal Progresivo\» de la historia, ahora incomprendido, pero, con el tiempo será reconocido. Y de su tema \»They Rode On\» lo que más me gusta (además de la música) son sus inquietantes letras. No pierdo de vista las contínuas referencias al frío, la nieve, el invierno, la \»lluvia de estrellas\», la transmigración de almas (en ese tema hablan de que la Tierra no es su lugar…) no solo en esa canción sino en el resto del disco…La cacería salvaje en la mitología escandinava es eso: el momento previo al Ragnarok (lluvia meteórica, fuego, catástrofes, oscuridad, holocausto, un nuevo amanecer, una nueva glaciación…). Disculpa por la parrafada, pero encuentro muchas cosas interesantes en este disco, y me da rabia que muchos (gilipollas) puristas no lo entiendan.

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