CRÓNICA: Debut del Sun and Thunder Fest

Sol abrasador, guitarras atronadoras y una ubicación inmejorable: así se presentó la primera edición del Sun and Thunder Fest, que se celebró los días 17, 18 y 19 de julio en el ya emblemático recinto de Marenostrum Fuengirola, a los pies del Castillo Sohail del Siglo XII y con vistas privilegiadas al mar.
El recinto del festival contaba con dos escenarios principales, cada uno con una personalidad bien definida. El Sun Stage, de mayores dimensiones, ofrecía una espectacular vista al mar que aportaba un atractivo visual. Por otro lado, el Thunder Stage, ubicado en la parte alta del recinto, dentro de un castillo, ofrecía un ambiente más fresco y resguardado, con mayor presencia de sombra, lo cual se agradecía especialmente durante las horas de más calor, para acceder al castillo había que subir una cuesta de la cual todos nos acordaremos.
La organización de los horarios presentó solapamientos entre actuaciones, lo que, sumado a la complejidad del desplazamiento entre escenarios, dificultó al público disfrutar de algunos conciertos en su totalidad. Sin embargo, el resto de la organización estuvo bien gestionado, con acceso a agua gratuita, sombra, accesibilidad para personas con movilidad reducida y un buen cuidado al público.
Jueves 17: Apertura con potencia y actitud.
El festival empezó muy temprano, sobre las 15:30 inició con bandas nacionales, Docka Pussel, Breed 77 y Astray Valley que lo dieron todo a pesar del gran calor. Omnium Gatherum banda finlandesa de death metal melódico, su actuación brilló gracias a un sonido potente y bien equilibrado, que supo imponerse al entorno abierto.
De las bandas más esperadas del primer día de festival fue Kreator, quienes ofrecieron un potente espectáculo con fuego, que hicieron que ciertos temas, como “Violent Revolution”, “Pleasure to kill” y “Satan is Real” cobraran mucha más fuerza, violencia y epicidad. También tocaron canciones de su disco “Hate Über Alles”, “Strongest Of The Strong» y la propia canción que da nombre al disco.
La respuesta del público fue inmediata y contundente: los pogos fueron constantes y de gran intensidad, generando una auténtica explosión de energía frente al escenario. Una actuación memorable que reafirmó a Kreator como uno de los pilares indiscutibles del thrash metal.
Desde Suiza, la banda Samael nos mostró un espectáculo místico, extremo y cargado de maldad, con su black metal potente y blasfemo, iban acompañados de una gran pantalla en escena, donde se proyectaba imágenes cósmicas, del universo.
Bajo la oscuridad de la noche, la banda logró crear una experiencia casi hipnótica; las imágenes, en plena sintonía con la música, sumergían al espectador en un universo oscuro y bello a la vez, acentuando el carácter onírico y trascendental del directo. Tocaron algunas canciones más famosas de su primer disco del 94, “Black Trip”, “Son of Earth”, “Baphomet’s Throne» y “Ceremony of Opposites».
Viernes 18: El Thunder en su máxima expresión.
Sin lugar a dudas, el viernes fue el día más potente de todo el festival. Reservado para las leyendas, con un cartel repleto de bandas clásicas que marcaron generaciones y que hicieron vibrar a un público entregado desde el primer acorde. La intensidad de las actuaciones, el peso histórico de los nombres sobre el escenario y la energía colectiva que se respiraba en el recinto convirtieron esta jornada en el auténtico epicentro del Sun and Thunder Fest. Una noche cargada de nostalgia, técnica y pura contundencia, que quedará grabada como el momento álgido de esta primera edición.
En el escenario situado en el castillo tocaron las bandas Heidevolk, Týr y Ensiferum, que encajó a la perfección con el carácter mitológico, folk y guerrero de estas bandas. Cada acorde y cada coro resonaban con fuerza entre las murallas, potenciando la experiencia sonora y visual, y creando un ambiente que transportó al público a otro tiempo, como si se tratara de una auténtica saga vikinga narrada en directo.
Sonata Arctica tocaron junto al escenario del mar, el sol aún se dejaba sentir sobre el horizonte. La dulce y agradable voz de Tony Kakko se deslizó con suavidad entre los acordes, envolviendo al público en una experiencia cargada de emoción y belleza.Tocaron sus canciones más clásicas, “Fullmoon”, “My land”, “Don’t say a Word”, “I Have A Right”. El sonido de la banda fue bastante claro y limpio.
Accept, auténtica leyenda del heavy metal, ofreció una actuación que demostró por qué su nombre sigue resonando con fuerza en los grandes escenarios del género. Desde el primer acorde, la banda desplegó un sonido afilado, metálico y atronador, con una nitidez y potencia que atrapó al público al instante.
El vocalista Mark Tornillo, con sus característicos agudos demoledores, se mostró imponente y en plena forma, dejando claro que la edad no ha mermado ni su fuerza vocal ni su presencia escénica. A lo largo del concierto la banda sorprendió con sus movimientos enérgicos y coreografías al más puro estilo heavy clásico, recordando a las icónicas imágenes que muchos conservan de sus videoclips. Clásicos como “Fast as a Shark” o “Metal Heart” fueron coreados desde el principio con un público bastante entregado, que no paró de alzar los puños al cielo en cada estribillo. Accept tuvo una actuación potente, vibrante y llena de actitud, reafirmando su estatus como uno de los pilares más fundamentales del heavy metal europeo.
Uno de los momentos más intensos y comentados del Sun and Thunder Fest lo protagonizó W.A.S.P., que ofreció una actuación cargada de emoción, fuerza y cierta tensión. Aunque la banda se hizo esperar más de lo previsto, el público se mantuvo firme y expectante, y cuando finalmente Blackie Lawless y los suyos salieron al escenario, la entrega fue absoluta. Desde los primeros acordes de “I Wanna Be Somebody” hasta “I Don’t Need No Doctor”. El repertorio de la banda se estructuró recorriendo su trayectoria desde los temas más antiguos hasta las composiciones más recientes, ofreciendo así un viaje musical que repasó su evolución a lo largo de los años, los asistentes no dejaron de gritar, corear y vivir cada tema como un auténtico himno.
Durante el concierto, entre canción y canción, Blackie Lawless sorprendió con unas declaraciones personales y contundentes: expresó abiertamente su descontento con su promotora, criticando las limitaciones impuestas sobre el montaje de su show y, especialmente, por no permitirle publicar un nuevo álbum bajo sus propios términos creativos. Con un tono sincero y desafiante, llegó a decir:
“Espero que disfrutéis del show… porque no lo voy a hacer nunca más.”
Ese momento, cargado de verdad y sentimiento, otorgó a la actuación un carácter único, casi confesional, que conectó de forma profunda con sus seguidores. A pesar de las dificultades previas, el concierto de W.A.S.P. se convirtió en uno de los más especiales, intensos e inolvidables de todo el festival.
Vhäldemar fue el último grupo en tocar aquel día, desde el primer tema, el vocalista Carlos Escudero dejó claro que aquello no iba a ser un concierto al uso, se lanzó al público para cantar junto a ellos, rompiendo la barrera entre banda y audiencia, dejando claro desde el primer minuto quién era y de qué estaba hecho. Mostró una rabia genuina y una energía arrolladora, dominando el escenario con una presencia feroz y conectando con el público.
Se percibió una gran complicidad entre los miembros de Vhäldemar, algo que potenció aún más la intensidad del directo. Las miradas, gestos y sonrisas entre ellos dejaban claro que, más allá de la fuerza individual de cada músico, lo que se vivía sobre el escenario era una auténtica conexión de banda forjada a base de experiencia, pasión y camaradería.
Sábado 19: Metal hasta el último aliento.
La última jornada tuvo sabor a despedida, pero no por ello bajó la intensidad. Lejos de mostrar signos de agotamiento, tanto el público como las bandas ofrecieron una última muestra de entrega absoluta, dejando claro que el espíritu del metal se mantiene firme hasta el último aliento.
Eluveitie enfrentó algunos problemas técnicos durante su actuación, especialmente en los momentos en que el cantante interpretaba la flauta, cuyo sonido se diluía y se perdía en el conjunto. A pesar de estas dificultades, la banda logró transmitir con éxito su característico estilo folk metal, había una energía contagiosa que invitaba al público a bailar y sumergirse en las raíces tradicionales que forman parte esencial de su música.
Tankard, auténticos soberanos del thrash metal, brindaron un concierto dinámico y lleno de energía pura. Su actuación fue demoledora, rápida y directa, como una ametralladora imparable, manteniendo un ritmo frenético de principio a fin. Tocaron sus canciones más conocidas, entre otras “Die with a Beer in Your Hand” y “Need Money for Beer”. El cantante no dejó de interactuar con el público, incitando a la masa a seguir el ritmo y multiplicando la intensidad en cada tema. La multitud respondió con una oleada constante de pogos y entusiasmo, entregándose por completo a la fiesta que la banda había desatado.
Uriah Heep, auténtico emblema del hard rock y precursor del heavy metal, ofreció una actuación serena pero llena de fuerza interior. Lejos del frenesí de otras bandas del cartel, su concierto se caracterizó por un enfoque más sosegado y elegante, ver a Uriah Heep actuar junto al mar fue una experiencia cargada de tranquilidad, la combinación de su sonido clásico y envolvente con la brisa suave del verano.
Una de las bandas más esperadas de la noche fue, sin duda, Opeth. Con su inconfundible estilo musical que oscila entre pasajes de profunda calma y estallidos de intensa crudeza y agresividad ofrecieron un concierto técnicamente impecable, con un sonido limpio y nítido. Su show estuvo acompañado por una gran pantalla que proyectaba imágenes astrales e hipnóticas, en perfecta sintonía con el carácter atmosférico de su música. Estos efectos visuales, en constante movimiento, envolvían el escenario y contribuían a crear un ambiente onírico.
El cantante Mikael Åkerfeldt, fiel a su estilo irónico y cercano, compartió con humor que en Chile le habían apodado con una serie de motes peculiares: Miguelito, Peluca, Samara, DiCaprio y El Capitán. Una anécdota que desató las risas del público y añadió un toque de cercanía y complicidad a un concierto marcado por la excelencia musical y la autenticidad escénica.
El último grupo en subir al escenario del Sun and Thunder Fest fue Batushka, banda procedente de Polonia, encargada de cerrar el evento con un espectáculo tan oscuro como sobrecogedor. Su propuesta, cargada de misticismo y simbolismo religioso, transportó al público a una atmósfera casi litúrgica, que rozaba lo teatral.
El escenario se transformó en una especie demisa negra, la escenografía dominada por velas, incienso y una tenue iluminación, sumergía a los asistentes en un ambiente ritualista. Vestidos con túnicas negras y capuchas que ocultaban sus rostros, los miembros de la banda evocaban la figura de los Nazgûl, imponentes y enigmáticos, reforzando el aura ceremonial del concierto.
Musicalmente, su actuación fue intensa y profundamente atmosférica. Los Coros Ortodoxos y Cantos Bizantinos resonaron entre los muros del castillo, magnífico lugar para que la banda desarrollase su espectáculo, entrelazados con las guitarras distorsionadas y el ritmo sombrío del black metal, generaban escalofríos y mantenían al público en un estado de trance colectivo.
Y así concluyó esta primera edición del Sun and Thunder Fest, pero no estéis tristes, tenemos una excelente noticia; a través de sus redes sociales oficiales, Sun and Thunder Fest, ha anunciado oficialmente la celebración de una segunda edición para el próximo año. La expectativa es alta y la comunidad metalera está ansiosa por descubrir que novedades y sorpresas nos deparará esta nueva entrega.
Les recomendamos estar atentos a sus canales oficiales para no perderse ninguna actualización. El trueno volverá a resonar muy pronto.