CRÍTICA: INVERTED CROSS – Eternal Flames of Hell

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Inverted Cross es una banda de Barcelona formada por miembros de la banda Redshark (Philip Graves a la guitarra y Chris Carrest a la batería), junto con otros dos componentes, Guille Hungover y la guitarrista Alis Demonizer. Ellos practican un black metal de la vieja escuela, con todos los matices clásicos e influencias puras del género, todo muy bien encajado. El álbum está compuesto por 9 temas que conforman un ambiente total y extremo.

Comienza con «March of the Fallen», una intro de sonido catedralicio de menos de dos minutos que transmite esa oscuridad y clasicismo oscuro, llevándonos a «Attack With Hellfire». Este tema arranca de forma fulminante, con bucles speedicos al estilo de Whiplash, sin piedad, acompañado de una voz agónica, más baja que la música, lo que le da un toque cavernoso y claustrofóbico. También encontramos esos cambios de ritmo tan clásicos, muy al estilo Possessed, sin descanso y siempre con esa ambientación de maldad infernal. Le sigue «Under an Evil Presence», que comienza con riffs sabbathicos y desemboca en sonidos caóticos, donde los instrumentos se mueven con libertad, entrando y saliendo de tonos oscuros, bucles y clasicismo. La voz mantiene un tono terrorífico, amenazante y mortal, vomitando guturalmente a la velocidad de la instrumentación, que se desata por momentos, culminando en unos solos ultra rápidos y atmosféricos.

Con «Invoke the Goat» y «Black Leather Hordes», la cosa vuelve al speed black más puro. Son temas sangrantes, a la velocidad de la luz, que nuevamente recuerdan esos bucles rifféricos entre Whiplash y Possessed, pero a la velocidad de Bathory. Son temas cortos e intensos, con una voz que escupe fuego y una actitud de pura efectividad y sentimiento extremo, dejándote sin aliento. Por otro lado, tenemos «Into the Crypt and the Necromancer», y antes de escucharlo, al ver el título, me dije: «Si no hay un ‘UGH’ aquí…» ¡Y así es! Hay un ‘UGH’, ya que este tema es un homenaje a Celtic Frost. Tiene ese sonido potente de riffs pesados, estilo funerario, con una voz acoplada al estilo de Tom Warrior, en un plan narrativo oscuro. Y, como no, esos cambios de ritmo, con ese heavy doom y pausas que luego dan paso a una velocidad caótica, desordenada y diabólica, pero que forman un rompecabezas perfecto.

Por otro lado, «Suffer to Live», aunque mantiene la misma esencia que el resto, suena más thrash, pero al estilo putrefacto de los primeros Sodom. Es un tema con riffs rápidos, pero menos agudo y más pesado, con una voz más thrash y amenazante, de esos temas sucios y clásicos que te invitan a darte cabezazos con gusto, con solos metálicos brillantes llenos de misterio y actitud. Mientras tanto, «Trapped Underground» es una locura: riffs veloces y estridentes, con una velocidad al estilo Slayer e incluso algunos agudos vocales a lo Araya en los finales del estribillo, que es magnífico y punzante. Es un tema con más melodías instrumentales, dentro de la brutalidad, donde cada instrumento tiene su oportunidad de brillar y formar una solidez caótica aplastante. Finalmente, terminamos con el tema título, «Eternal Flames of Hell», que cierra el álbum tal como empieza: un tema de crudeza demoledora, con riffs ultra rápidos, esta vez acompañados de coros infernales y asesinos, con cambios de ritmo in crescendo y punteos sueltos que le dan esa esencia tan clásica del género. Un buen final para un buen disco.

En definitiva, no soy un erudito de este estilo, y quizás me falte técnica y escritura para definirlo bien, pero tal y como a mí me gusta y entiendo el black metal, así es como lo prefiero: primitivo, denso, veloz, caótico y sucio. Si añadimos influencias como Venom, Bathory, Celtic Frost, Possessed o los primeros thrash de Slayer, Whiplash o Sodom, aquí hay mucha tela que cortar.

Helldprod Records (2024)

Puntuación: 8/10

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