CRÍTICA: CAPILLA ARDIENTE – Where Gods Live and Men Die

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Felipe Plaza Kutzbach, vocalista, guitarrista y bajista chileno es ya un nombre conocido dentro del doom metal épico. Miembro de Procession, así de un clásico del underground como los rusos Scald (por no hablar de su trabajo con los épicos Solstice o los blackers Nifelheim), también se encarga de las voces en Capilla Ardiente. Fundados en 2006 en Santiago de Chile, le acompañan en este proyecto el bajista Claudio «Botarrex» Botarro Neira (también compañero suyo en Procession), el batería Francisco Aguirre y los guitarristas Julio Bórquez e Igor Leiva.

Debutaron en 2014 con su primer elepé titulado Bravery, Truth and the Endless Darkness. Cinco años más tarde sacudieron la escena doom internacional, con el colosal The Siege. De nuevo un lustro después de su anterior lanzamiento, siguen la misma propuesta musical con este Where Gods Live and Men Die, que contiene cuatro extensas composiciones de puro aroma doom. Este viernes estará disponible para su venta y en plataformas, de la mano de los siempre acertados High Roller Records.

La totémica Envenomed, con esa percusión que recuerda a un ejército preparándose para la batalla y unas poderosas líneas de guitarra, da comienzo a esta epopeya de oscuridad. Hacia el segundo minuto entran las voces. Bien avanzado el tema, nos dan una momentánea pausa, para ejercer un cambio de ritmo donde el bajo de Claudio recobra protagonismo. Sin lugar a duda, el punto fuerte de este conjunto es lograr una cruda y contundente atmosfera, que en cierta manera recuerda a los Tyrant americanos y su Too Late to Prey. Nuevamente con una batería atronadora inicia The Hands of Fate Around my Neck, con un riff guitarrero de lo más pegadizo. El trabajo en las cuatro cuerdas, poco antes del solazo de guitarra de Julio es, sencillamente, una delicia. Llegados al ecuador de la composición, deciden ralentizar el ritmo e impregnarlo de epicidad, hasta que la descarga guitarrera final recupera revoluciones.

Empieza la cara B del disco con la canción más extensa, Now Here, Nowhere, cercana a los trece minutos de duración. Sin perder la intensidad, se trata quizás de la canción donde la ambientación se hace más lúgubre. En el séptimo minuto los instrumentos nos dan una pausa temporal, para que resalten las voces de Felipe y de Claudio como refuerzo. Apuestan de nuevo por un cierre más acelerado.

Toca despedirse con el sencillo promocional: As I Lie on the Summit, con la que prosigue la fría ventisca que culminaba la canción anterior, como si nos encontráramos subiendo el inhóspito Everest. Entiendo que la hayan escogido para presentar el disco, ya que se trata de la canción más trepidante, con el grito más poderoso de Felipe. Sus últimos minutos recuperan esa épica, para cerrar por todo lo alto.

Me harán falta escuchas adicionales, para poder determinar si es mejor esta nueva entrega que el ya genial The Siege. Es innegable que estos chilenos son unos genios en cuanto a mística doom, por lo que me encantaría poder disfrutarlos en directo.

High Roller Records (2024)

Puntuación: 8/10.

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