ENTREVISTA: MESSA: Rituales contra la máquina

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En una época en la que hasta la rebeldía se vende y la contracultura se nos devuelve envuelta en brillantes paquetes, The Spin no pide tu atención: la exige. En esta charla cruda y sin filtros, las mentes detrás de una de las bandas de doom metal más implacables de Italia hablan con una claridad poco habitual sobre el papel del arte en un mundo asfixiado por sistemas: patriarcales, capitalistas, religiosos. Aquí la música no es evasión: es confrontación.

El grupo disecciona la violencia silenciosa de la industria, el peligro seductor de la sensualidad, y el filo de navaja sobre el que caminan para preservar su integridad mientras atraviesan una cultura que devora la autenticidad para convertirla en beneficio. Hablan del arte como ritual, como resistencia y como rebelión; de lo femenino como insubordinación; del underground no como exilio, sino como liberación. Políticxs sin disculpas, lentxs con orgullo, y arraigadxs en un hambre colectiva de algo real, su nuevo trabajo no es solo un disco: es una provocación. Y en un mundo enganchado a la velocidad, la superficie y el silencio, eso puede ser lo más radical de todo.

¡Ey, gracias por vuestro tiempo! Estáis a punto de lanzar The Spin, ¿cómo os sentís ahora mismo? ¿Emoción, agotamiento o un poco de las dos cosas?

S: Sentimos ambas. Hemos puesto muchísimo en este disco.

Vuestra música suele transmitir una sensación de ritual, de conocimiento prohibido que se desentierra. En un mundo donde las instituciones —religiosas, políticas o corporativas— intentan dictar constantemente la moral, ¿creéis que el arte y la música siguen teniendo poder para interrumpir y desafiar?

S: Totalmente. Creo que tienen un poder enorme. El arte es una forma de cuestionarse a unx mismx y al mundo que te rodea. Está muy conectado con la visión de la persona que lo crea y con cómo se siente. Permite que la comunicación fluya hacia dentro y hacia fuera. Es una de las formas de expresión no verbal. Puedes decir lo tuyo, ya sea con metáforas o directamente a la cara.
El arte puede provocar reflexión, pensamiento. Es análisis y descubrimiento a la vez. Es libre, se vuelve COLECTIVO, se basa en el acto de compartir. También porque quienes crean comparten partes de sí con otras personas, que pueden vivirlas y sentirlas.
Ya sea dolor, alegría, o cualquier emoción dentro del amplio espectro humano. Tiene un punto de anarquía. ¿No es una puta maravilla eso?

El doom metal a menudo abraza temas como el sufrimiento y la rebelión, pero en un mundo donde la lucha se romantiza y se convierte en producto —donde hasta la contracultura se reempaqueta para vender—, ¿cómo gestionáis la línea entre la expresión genuina y la explotación de la industria?

S: Es muy, muy difícil. Somos un poco ingenuxs y sincerxs en este sentido. Seguimos teniendo una dosis de ingenuidad “sana”, sin duda. Eso hace que afrontemos algunos de nuestros objetivos de forma auténtica, con las tripas, sin seguir los mecanismos de la máquina de hacer dinero de la industria musical.
Somos conscientes de que para seguir haciendo música de forma profesional, tenemos que seguir ciertos estándares de marketing. Es así como funciona el negocio hoy día. Pero aun así intentamos mantener el control. Hay cosas y “contenidos” que no nos apetece compartir con todo el mundo, así que simplemente no lo hacemos. Intentamos mantener el equilibrio. A veces es como andar sobre una jodida cuchilla.
Lo principal gira en torno a la sinceridad del resultado artístico, quizá. Sabemos que nuestra música representa honestamente lo que somos.

La música extrema siempre ha sido un espacio para personas “outsider”, pero no todxs lxs outsider son tratadxs igual. ¿Alguna vez habéis sentido que la escena del doom metal, a pesar de su oscuridad e introspección, refleja las mismas estructuras de poder y exclusión que dice rechazar?

S: Depende. Hay gente dentro de la “escena metal” que ni se da cuenta de que en realidad está perpetuando ciertos estándares patriarcales, por ejemplo. Pero también hay otrxs que tienen otra actitud y forman parte activa del cambio, dejando atrás esas estructuras de poder.

Vuestra música tiene una sensualidad innegable—algo crudo, salvaje y sin pedir perdón. En una sociedad que sigue sin saber gestionar la autonomía y el deseo femenino, ¿veis esto como una forma de desafío? ¿Lo incluís conscientemente en vuestra música?

S: Es un feedback interesante. La sensualidad, al menos para mí, es algo bastante subjetivo. Viene de un lugar donde lo sagrado y lo profano se entrelazan. Puede ser violenta, salvaje, áspera… pero también suave y elegante. Cada persona la lleva en su forma propia.
Yo tengo mi propia visión de lo que me parece sensual. Es una mezcla de personalidad, inteligencia, apariencia e instinto puro.
Hace poco leí poesía erótica de Anaïs Nin, y me encontré pensando en cómo la percepción del deseo femenino —y la mirada femenina sobre él— ha sido silenciada, ignorada y arrinconada durante siglos. El patriarcado quiere que (da igual el género) encajemos en cierto estándar.
Yo sí veo lo femenino como un acto de resistencia, de algún modo. Hola, Lilith.

Así que sí, definitivamente siento que la sensualidad es una forma de desafío y rebelión.

Gran parte de The Spin está empapado de un peso histórico, evocando imágenes de civilizaciones antiguas, opresión religiosa y rituales arcanos. ¿Cuánto del disco es una conversación con la historia? ¿Creéis que mirar atrás es la única forma de avanzar?

M: No diría que este disco se hizo con la idea de una conversación o viaje “histórico”. Es más bien una colección de sentimientos e inspiraciones que se unieron para evocar nuevas imágenes y emociones en quien lo escucha.
Vemos el pasado como un punto de referencia importante para cómo componemos, nos comportamos y vemos el mundo —pero no nos define. Digamos que somos personas nostálgicas “por temporadas”: a veces lo somos mucho y otras nada.

Vivimos en una era de gratificación instantánea y sobreestimulación, donde el matiz suele sacrificarse por la velocidad. El doom metal, por naturaleza, exige paciencia e inmersión. ¿Veis esto como una forma de resistencia frente al clima cultural actual?

S: Estoy totalmente de acuerdo contigo sobre la gratificación instantánea y la sobreestimulación. Pero el diablo está en los detalles. No hay síntesis sin análisis. Y ese proceso requiere paciencia.
En un mundo donde ya ni se escribe un texto en condiciones porque muchxs han empezado a usar ChatGPT, donde el trabajo artístico se está robando a plena luz del día y ya casi nada parece real: por favor, demos la bienvenida a la humanidad, al tiempo, a la sangre y a las tripas. Quiero algo real, con sus imperfecciones o fallos. Desde las relaciones hasta un par de frutas maduras y libros.
Dicho esto, creo que nuestra música necesita paciencia, inmersión, y muchas veces más de una escucha para absorberla del todo.

Italia tiene una historia larga y complicada con el poder—ya sea por la Iglesia Católica, la inestabilidad política o las crisis económicas. ¿Creéis que haber crecido en ese entorno ha influido en vuestra visión como artistas? ¿Se nota eso en The Spin de alguna manera?

M: No, no lo creo. Todo lo que has mencionado no nos ha moldeado realmente, ni ha influido de forma “romántica” en nuestra identidad artística. Si soy sincero, más bien han sido un puto obstáculo a la hora de sacar las cosas adelante.

Vuestro sonido mezcla influencias muy diversas, desde el folk mediterráneo al jazz y el drone. En una época donde se refuerzan fronteras y se enfrentan culturas entre sí, ¿veis vuestra música como un acto de desafío a esa división?

M: Uff, eso es un temazo—difícil resumirlo en una sola respuesta. Creemos que las diferencias culturales hacen que todes seamos más fuertes y más sanxs intelectualmente.
Lo que no creemos, en cambio, es en ese mundo globalizado y homogeneizado que está moldeado solo por la lógica del capitalismo.

Muchas de las letras y temas del álbum giran en torno al conocimiento prohibido, el exilio y la transformación. ¿Os sentís como artistas que operan fuera del mainstream, en un exilio del “rostro aceptable” de la música? Y si es así, ¿lo abrazáis?

S: Como dije antes, creo que al final todo se reduce a la honestidad. Yo, personalmente, prefiero lo underground por muchas razones. Se adapta mejor al tipo de persona que soy.
Y me siento bien sabiendo que es MI propia definición de “aceptable” la que me guía —nadie me está imponiendo nada.

Por último, mirando al futuro: ¿qué es lo siguiente para Messa? ¡Gracias por vuestro tiempo!

S: Tocaremos en algunos festivales este verano y luego nos embarcaremos en una gira con Paradise Lost en otoño. Abriremos todos los conciertos de su tour Ascension of Europe y estamos muy emocionadxs por ello.

¡Gracias por tenernos por aquí! 🙂

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