Nos encontramos ante el primer disco de esta banda alemana llamada FLAME, DEAR FLAME, que nos ofrece un trabajo conceptual dividido en dos actos, que a su vez se dividen por partes. Y así, nos metemos en las tres primeras partes, que tienen el nombre de “The Millennial Heartbreak – Parts I / II / III”, con una duración de unos veinte minutos entre todas las partes, y que desgranaré de una sola vez dada la conceptualidad del tema en el que, de entrada, nos encontramos sonidos de lo más crudo. Con un Doom lleno de groove primitivo que da paso a puentes entre cambios de ritmo de fase lenta y sugestiva, siempre con la voz dulce y femenina de Maren Lenke que le da ese ambiente mágico y místico, donde también efectos especiales de agua o viento dotan de más atmósfera a las canciones. No faltan momentos acústicos contrastados por otros de un Doom o proto Metal cavernoso, con riffs sin espacios y de una densidad dramática.

El corte va adquiriendo más dureza instrumental en cada parte, con unos punteos del lado más gótico, al estilo de unos PARADISE LOST. Y donde también hay riffs metalizados que cabalgan épicamente en esos parones que llevan a momentos más místicos y tiernos, donde la voz de Maren sigue creando armonías. Y ya en la parte final hay más melodía, más juegos de solos guitarra que aún casi no habían salido. Suena más metálico, aunque la voz de Maren siga con ese patrón lento y teatral y acústico hasta el final del acto, para entonces entrar en la segunda fase de la obra, el acto dos, llamado “The Wolves and Prioress – Parts I / II / III / IV”. Este acto cuenta con cuatro partes y comienza más acústico, y desemboca en unos riffs más lentos, con unos solos y punteos oscuros llenos de densidad, pero a la vez de melodía y melancolía. Como la voz de Maren. Encaja perfectamente en casa pasaje. La pista va transcurriendo sobre unos riffs más cavernosos aún, de una lentitud agobiante pero, a la vez, de una fuerza emocionante, de más épica en ese trozo del acto, donde la voz de Maren sube algo el tono debido a la épica del corte. Y los cambios también tienen esa pomposidad épica y narrativa del acto, donde simplemente una guitarra y la voz de Maren nos cuenta la historia con un aire psicodélico. Sabbathico. Adictivo. Y acaba con un final apoteósico lleno de riffs densos, duros como piedras, también con mucha épica, como en toda esta parte. Y con pasajes más envolventes donde la voz de Maren te transporta a la historia, para llegar a un final de historia lento y acústico.

En definitiva; un buen disco. Quizás esta división por partes y los temas tan largos haga que tenga cosas muy parecidas, pero bueno, así, contado a grandes rasgos, no está mal.

Eisenwald (2021)

Puntuación: 7/10

Paco Gómez

paco@queensofsteel.com

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